El pasado Sábado 10 de Octubre tuvo lugar mi primera montería de la temporada, en la finca Las Perdigueras, en Ciudad Real.

La mancha estaba buenísima de venados, pocos días antes habían estado por allí algunos amigos nuestros viendo la berrea, y según contaban había algunos ejemplares espectaculares.

El bocata (en lo alto del sentón) es algo que no me puede faltar en una montería.

Pero el día de la montería la cosa fue bien distinta. Se adelantó el día de la cacería precisamente por lo bien que estaba la mancha, pero el calor que hizo (cerca de 30º) y lo seco que estaba el campo impidió que los resultados fueran los esperados. Aún así, entre cerca de 50 puestos se abatieron unos 15 venados y 8 ó 10 guarros. Fue una pena porque los perros no pudieron trabajar como en otras condiciones, con el tiempo más fresco, seguro que lo habrían hecho. El sorteo fue puntual a las 9 de la mañana. Después el desayuno se retrasó más de lo debido, pero bueno, al final todos nos comimos nuestro plato de migas con huevo y chorizo. Tras el desayuno partimos hacia el punto desde el que salen todas las armadas. A mi me tocó en suerte el Puesto 7 de la armada de Los Calderines.

Mi puesto, el 7 de Calderines, en la encina junto al carril.

Cuando fue el turno de nuestra armada nos montamos en los coches y nos dirigimos raudos a apostarnos. Las expectativas de esta armada eran altas, ya que se trataba de una huída de las reses. Al llegar al comienzo de la armada dejamos todos los coches en un mismo punto y fuimos a los puestos andando. De camino pudimos ver como tenía que estar aquel cerro de guarros, estaba todo levantado, pisadas, hozadas, revolcaderos, en fin parecía que lo habían labrado. Cuando llegué a mi puesto me llevé una pequeña desilusión. El 7 de Los Calderines, que era el mío, estaba demasiado cerca del 6 y del 8. No tenía tiradero ninguno. Era un carril estrecho, que por delante  tenía unas espesuras tremendas, jaras de más de 2 m de alto, encinas coscojas y lentiscos muy apretados. Si por allí delante pasaba algo, no habría narices de verlo, a no ser que me entrase a bocajarro.

Este es el único claro que tenía delante (lo que se ve a la iquierda es el carril de la armada)

Por detrás más de lo mismo, solo tenía un clarito que lo tapaba unas ramas de jara y un lentisco. Tronché las ramas del lentisco para tener algo más de visibilidad. De esta manera, si algún venado o algún cochino me entraba de frente, podría dejarlo cruzar el carril y tirarlo en este pequeño clarito de espaldas.

Al fondo, el clarito del que os hablaba, que lo dejé visible tronchando el lentisco junto al tronco de la encina.

Pero nada de esto ocurrió. Solamente sentí delante mía un cochino moverse y trapichear por allí. Pero los perros por allí ni pasaron. Una pena porque allí, si se hubieran metido bien los perros, habrían sacado guarros segurísimo. Total , que no vi nada de nada, por no ver no vi ni los perros. Lo único que se tiró en mi armada fueron 2 venados. Uno que mató el del número 5 y otro que tiró el del 13. Aun así, yo disfruté por el mero hecho de estar en el campo, con el aliciente y la ilusión que uno tiene al no saber lo que te puede deparar el día.

Estas son las primeras reses en llegar a la Junta.

Las primeras reses en llegar

Estas fincas aunque tienen poca densidad de reses si tienen buena calidad en la cuerna los venados, ya que la media es buena y todos los años se escapa algún medalla que otro.

Un saludo a todos. A ver si para la próxima os puedo narrar algún lance.

Montero
Tuslances.com