Siempre ha rondado en la mente de los cazadores aquello de que «mata más la receta que la escopeta» y sus razones tendrán porque el último informe elaborado por el IREC (Ciudad Real), instituto dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Cinegéticas, en relación con el proyecto de identificación y cuantificación de los efectos de los plaguicidas agrícolas en la perdiz roja, vienen a corroborar el tópico. El informe en cuestión ha puesto de manifiesto que el consumo de semillas de cereal tratadas con el insecticida Imidacloprid o con el fungicida Tiram -ambos aprobados para el blindaje de la simiente del cereal- produce efectos dañinos de distinta magnitud en las perdices, incluyendo pérdida de peso, condición corporal y eventualmente la muerte.

Pero no solo provoca el fin de los reproductores, sino que al analizar las posibilidades de supervivencia de los pollos durante sus primeros días de vida, el Imidacloprid resultó ser el compuesto más peligroso, incrementando el riesgo de mortalidad -sin haber probado semillas tratadas- a partir del octavo día. Al finalizar el período de 32 días de seguimiento, los pollos acumulaban una mortalidad superior al 70%.

También otros dos fungicidas limitaron las probabilidades de supervivencia de los pollos aunque en esta situación el efecto fue más retardado. En el caso del Difemocomazol, el riesgo de mortalidad no fue tan patente hasta transcurridos 24 días desde la eclosión, momento en el cual más de la mitad de los pollos habían muerto. El primer huevo puesto por una de las perdices incluidas en el experimento fue recogido 19 días después de concluida la administración de semillas tratadas, mientras que el último huevo se registro casi tres meses mas tarde, exactamente 98 días después de concluida la fase de exposición.

A pesar del tiempo transcurrido entre el cese de la administración de las sustancias potencialmente tóxicas y la puesta de la mayoría de los huevos, se ha podido apreciar cómo los tres compuestos analizados han afectado en mayor o menor medida al proceso reproductor. Sean cuales sean los parámetros afectados, la disminución del éxito reproductor es una de las vías por las que los contaminantes pueden generar mayor daño a las poblaciones, incluso mas allá de que aparezcan casos de mortalidad de individuos asociados a intoxicaciones agudas.

En definitiva, un despropósito de una magnitud terrorífica. Y no solo para las perdices sino para un sinfín de animales granívoros. El estudio continúa. Les tendré informados.