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El lobo hinca el diente en Picos

El lobo hinca el diente en Picos

Enviado por Tuslances.com el 22-01-2013

Los ganaderos de Camaleño sufren continuos ataques y denuncian que el Parque Nacional no les abona la compensación por las pérdidas.
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En las montañas saben que el lobo es un tipo bien listo. En manada, uno se deja ver por el perro pastor, a distancia. El resto acecha. Es un ataque medido, estudiado. Cuando el guardián sale a plantar cara, los otros se relamen pensando en un rebaño desprotegido. Se echan encima del ejemplar más débil, el que va en cola, y, si son cabras u ovejas, hincan la mirada negra y el colmillo sobre la región cervical, sobre la tráquea. Mucha sangre, pero todo muy rápido. En Liébana saben de sobra como acaba esta historia. Porque el lobo ha vuelto al Parque Nacional de Picos de Europa y está haciendo estragos. No paran de contar cadáveres. Hace unos meses fue en Bejes, en Cillorigo de Liébana. Ahora es en Camaleño. Los ganaderos han visto a un ejemplar adulto, solitario, y a un grupo de otros tres depredadores. Están desesperados. «O los matan o tendremos que dejar esto», dice uno. Le han 'robado' ya treinta animales y nadie responde. Denuncian que el Parque no les abona los daños sufridos por los ataques desde hace más de dos años. El alcalde del municipio, Óscar Casares, escribió recientemente una carta solicitando un control poblacional del lobo y mantuvo una reunión en Camaleño con los responsables del Parque Nacional, Agustín Balmori y Esperanza Martínez. «Cada vez es más difícil ser ganadero», dice el alcalde.
 
«Iba yo en medio del rebaño y me salieron tres. Gracias a que llevo los mastines, sólo me mataron una cabra. Pero, al poco, volvieron en un escobal. Me mataron otras dos». Maxi Sánchez, ganadero de Pido, puede contar esta historia hasta cuarenta veces. Ese es el número de animales que ha perdido desde el pasado mes de noviembre. Y los ataques se han multiplicado desde primeros de año. Está tan harto que ya ha recogido su rebaño, de 255 ejemplares, que podían aún estar pastando en la zona del interior del Parque, desde las inmediaciones del Coriscao hasta el alto de Valdeón. «Al lobo solitario lo tenía continuamente encima. Ataca siempre a la parte trasera del rebaño y no te puedes descuidar un segundo. Llevaba las cabras a la zona de Salvorón y a Fuente Dé, pero los ataques son insostenibles. Llevo toda una vida dedicándome a esta profesión, que es el medio de vida de mi familia, y es muy triste que los lobos acaben con el esfuerzo y la dedicación de los pocos ganaderos que vamos quedando en el valle».
 
«No hay más solución que matar los lobos que están acabando con nuestros rebaños o abandonar la actividad. Si quieren conservar los lobos, que ya están controlados con un chip, que les cierren acotando una zona para ellos. En octubre esquilamos 240 ovejas y hace tres días hemos contabilizado 210», dice David García, un joven ganadero de Pido con 28 años, que tomó hace cinco el relevo de su padre, Luis, ya jubilado.
 
«La primera vez que me mataron ejemplares fue hace dos años y aún no he recibido la ayuda económica, así que es inútil denunciar los daños», explica. «Porque no sólo tenemos que sufrir las bajas directas -prosigue-. Los ataques van también a las ovejas 'paridas' y se pierden las crías que iban a traer. Tampoco te las abona el Parque. Además, muchas ovejas huyen despavoridas y abortan, y las 'mordidas' son prácticamente irrecuperables, porque se les infectan las heridas y acaban muriendo».
 
Advertencias
García advierte: «Si va desapareciendo el ganado menudo de estos montes, al final los lobos tendrán que atacar presas como jabalíes o venados». Y no es el único. «Aquí había entre 1.000 y 1.500 cabezas de ganado menudo, que se llevaban a Edes o a la Canal de las Arredondas. Eso se acabó. No hay salida para jóvenes ganaderos como yo, mientras no se controlen las poblaciones de lobos. Campan a sus anchas por este terreno y están provocando también que, al no haber ganado, el monte esté cada vez más cerrado y con mayor maleza», apostilla Carlos Mier, de Lon. Hace ya siete años él perdió «cincuenta o sesenta animales».
 
«Me quedé con unas pocas, pero en noviembre perdí otros seis ejemplares y sólo pude certificar la muerte de dos. Porque, además de la tardanza en el pago de las ayudas, nos encontramos con otro problema. Cuando se produce un ataque, hay que presentar la chapa identificativa del animal saneado. Muchas veces es imposible, porque los animales del monte, al comer las partes blandas, lo hacen desaparecer».
 
A medida que hablan, crece su indignación. «El Parque Nacional no nos paga. Todavía no me han abonado los daños por un ataque que se produjo en diciembre de 2010. Perdí más de 15 ejemplares, y tuve que buscar el rebaño durante tres días. No se puede esperar dos o tres años para pagar daños a un ganadero. Es lamentable. Además de pagar tarde, se paga mal. Porque nunca vas a recuperar el daño económico que te hace el lobo al matar cabras preñadas y encima la situación te obliga a reponer el rebaño con nuevos ejemplares», insiste Sánchez.
 
Las manadas atacan al ganado de Camaleño / Foto: DM
 
La carta del alcalde
Preocupación en los montes y en los despachos del ayuntamiento. Los ganaderos informan puntualmente de los ataques al alcalde de Camaleño, Óscar Casares. El edil comparte la preocupación de sus vecinos, lo que le llevó a redactar una carta dirigida a los responsables de la gestión del Parque Nacional de Picos de Europa. En el texto solicitaba que «se ejerza un control poblacional sobre el lobo en el municipio, ya que los daños están siendo muy seguidos, principalmente, en la zona de Salvorón, causando bajas en el ganado menudo». «Cada vez es más difícil ser ganadero», se lamenta el alcalde, que ofrece, además, su explicación de lo que sucede en los últimos tiempos y de las soluciones que, a su juicio, deberían tomarse. «Ahora, que los inviernos son más suaves y se puede aprovechar mejor el pasto sin llevar el ganado a las cuadras, hay que recoger el ganado debido a la presencia de los lobos. Considero que, si se detecta un grupo que hace daño, hay que tomar medidas para evitar que se vuelva una situación insostenible. Los daños anuales suponen poco dinero para que el Parque Nacional de Picos de Europa abone las cantidades a los ganaderos por las pérdidas causadas por los ataques. Pero no se está haciendo y la gente está cada vez más dolida y preocupada».
 
Toca esperar. Pero, entre tanto, en Liébana, de noche en Los Picos, se siguen escuchando con fuerza los aullidos. Y alguien tendrá que estar vigilando el rebaño.
 
 
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