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Los cazadores piden a Fomento el control de la plaga de conejos que habita en las autovías

Los cazadores piden a Fomento el control de la plaga de conejos que habita en las autovías

Enviado por Tuslances.com el 20-02-2012

La abundante población de conejos que habita en los ámbitos de la autovía A-VI, libre de toda práctica de caza y descaste, constituye estas fechas uno de los graves problemas que sufren los cotos de caza y los agricultores que aprovechan los campos lindantes a la gran vía de comunicación. Los daños de estos mamíferos son tan considerables que cotos como Villalpando, con más de ocho kilómetros de autovía, temen no poder hacer frente a los gastos si se le hace responsable de los destrozos que ocasiona la plaga de roedores que vive reservada en tan escogido y defendido tramo público.
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La abundante población de conejos que habita en los ámbitos de la autovía A-VI, libre de toda práctica de caza y descaste, constituye estas fechas uno de los graves problemas que sufren los cotos de caza y los agricultores que aprovechan los campos lindantes a la gran vía de comunicación.

Los daños de estos mamíferos son tan considerables que cotos como Villalpando, con más de ocho kilómetros de autovía, temen no poder hacer frente a los gastos si se le hace responsable de los destrozos que ocasiona la plaga de roedores que vive reservada en tan escogido y defendido tramo público.

El presidente de la Delegación Provincial de Caza, José Antonio Prada, es consciente de esta situación y afirma que «se solicitará al Ministerio de Fomento que autorice cogerlos o que se haga responsable de los daños» que ocasionan los habitantes de tan exclusivo nicho.

Que existe una población exagerada de conejos dentro y fuera de las autovías queda en evidencia por el estado rasurado de las parcelas próximas a los tesos o montes constituidos en reservorios de esta especie; pero también por los extraordinarios resultados de los descastes que llevan a cabo los cazadores, y que se saldan con montoneras de «hasta doscientos y trescientos ejemplares». En algunos casos, según refiere Prada, «se han realizado dos batidas y aún se solicita otra más» para imponer un equilibrio y atajar el desmadre de población.

«Puede ser la extinción para algunos pequeños cotos que no pueden hacer frente al pago de los daños»

El presidente del coto de Villalpando, Jesús María Gallego de la Fuente, que ayer hizo el traspaso del cargo, afirma que los conejos «crían en los taludes de los puentes y de las medianas de la autovía y ocasionan importantes daños en los cultivos de los que se hace responsables a los cotos». En su criterio, «puede ser la extinción para algunos acotados pequeños, que no pueden hacer frente a unos animales refugiados en zonas donde no está permitida la caza», y cuyos titulares o gestores de los acotados son denunciados por los daños que la citada fauna generan en las fincas colindantes.

Afirma que la zona «está plagada y es el cobijo ideal porque no hay depredación». Además, hace referencia a que también parece influir en la excelente carga de roedores el hecho de que se hayan inmunizado o hecho más resistentes a la enfermedad de la mixomatosis.

Los daños en los cereales resultan además más llamativos que nunca por la ausencia de lluvia, que mantiene los campos en una sequedad preocupante. Gallego de la Fuente señala que «cuando viene una primavera benévola de agua el cereal vuelve a retoñar y los perjuicios quedan mucho más amortiguados». José Antonio Prada coincide con esta afirmación y expresa que «el campo no se ha desarrollado como debía para mediados de febrero porque está muy afectado por la sequía, y aunque haya dos conejos el cereal no tira».

El coto de Villalpando teme el nivel de los daños provocados por esta especie porque el pasado año hubo de afrontar la indemnización de 7.000 euros por los perjuicios ocasionados en una finca. Una cuantía que hace resentirse al presupuesto que maneja el colectivo.

Afirma Gallego de la Fuente «entender a los agricultores», y destaca que «muchos cazadores también son agricultores». Al tiempo, reitera que «el cobijo perfecto que son autovías es algo ocasionado por el hombre», y resalta el papel que cumplen los cazadores «porque si no actuarán, donde pueden hacerlo, la población de conejos sería todavía mucho mayor».

Ayer mismo cazadores villalpandinos llevaron a cabo una operación de descaste de conejos en el coto que finalizó con una treintena de animales abatidos.

José Antonio Prada afirma que hay roedores «donde no se habían visto nunca y en sitios inimaginables»

Los ocupantes en los vivares de las autovías tienen la suerte además de sortear el denso tráfico que circula por estas pistas porque no pisan el asfalto al utilizar los viales subterráneos para entrar y salir hasta las parcelas de pasto.

Gallego hace referencia a que incluso pueda darse «un problema» en la propia seguridad de los puentes de las autovías «porque lo tienen todo minado» a base de huras y madrigueras.

Los roedores proliferan dentro del vallado de las autovías, al resguardo de los predadores que cazan en campo abierto y descubierto.

La realidad es que los conejos campan a sus anchas por sitios «donde no se les había visto nunca e inimaginables» al decir del delegado provincial de Caza.

En las comarcas de Tierra de Campos y buena parte de Pan y La Guareña las estampas de estos mamíferos aparecen más que entretenidas por los bordes de las fincas o asomados en las entradas de las madrigueras.

Las bases de los tesos, lindantes a las fincas, se ofrecen como campamentos predilectos para estos animales, que aprovechan la noche para alimentarse de los sembrados de las parcelas. Es llamativo el contraste que ofrecen las zonas próximas a las huras con las partes más alejadas de las mismas. Mientras uno de los lados de las fincas muestran el color del terruño en la parte contraria puede verse el verdor del cereal, aunque este año con un raquitismo explicado por los agricultores por la falta de lluvia.

No faltan las actuaciones de descaste, y con éxitos más o menos abultados, pero la proliferación sigue su curso. José Antonio Prada afirma que, para paliar un poco los daños, los cazadores suelen regalar los conejos a los agricultores afectados, pero también parecen estar hartos de tanta carne.

Los arcones de algunos cazadores están a rebosar, y no faltan los ofrecimientos a unos y otros amigos para que alegren la mesa con el conocido plato gastronómico.

 

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