«La caza de los humildes, la alternativa más importante que tenemos los vascos y una actividad tradicional». Con estas palabras definió el presidente de la Oficina Nacional de la Caza (ONC) y de la Asociación para la Defensa del Cazador y Pescador Vasco (Adecap), Juan Antonio Sarasketa, la contrapasa. Una práctica por la que llevan en pie de guerra desde hace más de una década y que fue prohibida hace seis años en Euskadi. Ayer se recogieron las últimas rúbricas de las miles de firmas que Adecap entregará la próxima semana al Parlamento Europeo para lograr reanudar una práctica que suponía en la comunidad vasca la caza entre febrero y marzo de cerca de 3.000 palomas torcaces en su regreso a Europa durante el invierno para la cría.

Ante la prohibición, Sarasketa arremetió contra los ecologistas insistiendo en que «recurren a argumentos y leyes sin sentido biológico, conservacionista ni racional, pero la lógica nos dice que es una especie en clara progresión». Según el histórico cazador eibarrés, la paloma está proliferando vertiginosamente y se la considera una plaga en varios países europeos. «Están hasta en el paseo de la Castellana de Madrid y si no las cazan se comerán toda la cosecha».

En el informe que enviarán al Parlamento Europeo alegan que no se trata de ningún «desastre ecológico», como acusan desde el Servicio Español de Ornitología (SEO), puesto que su caza está controlada rigurosamente. Y en cuanto a las críticas de que la contrapasa en el País Vasco esté fuera de fechas, «no tiene sentido dada la superpoblación».

 

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