Primer madrugón, primera paloma

Enviado por montero el 23-08-2010

Parece como si tuvieran gargantas de madera. Todas emiten sonidos roncos, rudos, suspiros que emergen con esfuerzo desde el interior. Palomas torcaces y tórtolas comunes son las aves que por estas fechas copan los campos de Extremadura. Sus ecos han guiado el recorrido de los miles de cazadores que ayer iniciaron su temporada con la apertura de la media veda en la región, un periodo que durará hasta el próximo 12 de septiembre.

735

Final de la caza. Toca el recuento de todo lo que se ha capturado en la primera jornada de media veda en la finca 'El Machal' (Fuente: HOY.es)

El día no comienza con los primeros rayos de sol, sino que la noche se hace interminable y se abraza al amanecer. El hijo pequeño de Alberto, con tan sólo tres años, que ayer ayudó a su padre a llenar el maletero con los útiles de caza, se queda plácidamente dormido en la cama mientras su padre reconoce que no ha conseguido conciliar el sueño en toda la noche. Alberto recuerda emocionado los cientos de jornadas de caza disfrutadas junto a su extensa familia de tradición cinegética. Tradición que se remontan hasta su bisabuelo, Antonio Covarsí, a quien su hijo Adelardo inmortalizó como el 'Montero de Alpotreque'.

A las seis de la mañana, un grupo de cuatro cazadores esperaba impaciente en el bar 'El Tranvía', situado en el polígono industrial 'El Nevero' de Badajoz. El destino estaba a unos 100 kilómetros por la carretera Ex-100, en el triángulo que forman Cáceres, Mérida y Badajoz. Se trata de un coto privado situado en la finca 'El Machal', en el término municipal de La Nava de Santiago.

«El campo es un libro abierto y deja muchas anécdotas», afirma Juan Francisco Fonseca, bancario de profesión y aficionado a la caza desde pequeño. Precisamente, la amistad y el trabajo es lo que une, en algunos casos, y desune, en otros. Escopetas, cartuchos, resguardos (parapeto usado en esta modalidad de caza) y ropa de camuflaje pasaron a ocupar el fondo del trastero a finales de febrero. Ahora, seis meses después, los cazadores vuelven a cambiar el asfalto de la ciudad por el campo.

«No obstante, seguimos de cerca el transcurrir de la vida en el campo. Estamos ahí», declara Francisco Fernández, pacense y gerente de una empresa, que acude al coto junto a su hermano José María. El humor es una de las características principales de este grupo de amigos, que revive anécdotas que han compartido en anteriores jornadas de cacería.

Alberto, José María, Francisco y Juan Francisco tienen muy claro que el desayuno es la comida más importante del día, por ese motivo antes de comenzar la primera jornada de caza recargan las pilas y emprenden el trayecto hacía el resguardo que les ha tocado por sorteo. Pacientes y camuflados entre el forraje de la zona esperan que pase la primera paloma o la primera tórtola. Los puestos no son escogidos al azar, sino que un mes antes, los cazadores tantean la zona para conocer cuáles son los pasos y las querencias que tienen las aves. A partir de ahora, la suerte está echada.

«La media veda no se inició ayer, sino que se trata de algo que se remonta al mes de abril», asevera Alberto, que relata que por esa fecha algunos cazadores ya observaban el vuelo de las aves para saber qué ruta era la escogida o qué escondite era el más seguro.

Con la llegada de la primavera, los cazadores extremeños estaban ilusionados con el número de tórtolas congregadas en la región, sin embargo, los últimos factores climatológicos y las polladas por madurar han hecho que haya un número reducido de ejemplares. Esto ha provocado que el primer día de veda los cazadores que se han decidido a salir al campo hayan sido la mitad.

Una hora de espera

Sesenta minutos después de iniciarse la jornada de caza cae abatida la primera paloma. No se trata de una buena jornada, pero la esperanza es lo último que se pierde, y eso es lo mismo que ha pensó el conjunto de cazadores con el que el diario HOY compartió una tranquila jornada de caza.

Salen los primeros rayos de sol, lo que complica la visibilidad para los cazadores. La paciencia y el silencio son dos factores fundamentales y las tórtolas comienzan a convertirse en un bien preciado. «El hecho de salir al campo es volver a reencontrarse con los amigos, familiares, compañeros de caza, disfrutar del amanecer de una mañana de verano», atestigua Covarsí.

Después de esperar tantos días, la primera salida está llegando a su fin. Son las diez de la mañana y las tórtolas revoletean asustadas por los cuatro resguardos colocados estratégicamente. No se escucha ningún ruido. Bueno, sí. El silbido que avisa de la entrada rastrera de una tórtola. Un vuelo bajo que permite al cazador observar, entre las encinas, su peculiar zigzagueo. Decidido. Son las once menos cuarto de la mañana y los cuatro cazadores pacenses han decido poner punto y final a su tarea mañanera. Ahora, toca llenar el estómago y llevar a cabo 'el taco', tradición cazadora en la que todos comparten mantel y viandas.

FUENTE: Hoy.es

735

No hay comentarios

Blogs en tuslances.com

Galería de fotos y vídeos

Archivo

Artículos más visitados

Actividad del foro