Escopetas subastadas por la Guardia Civil en Ofra. /  manuel lérida

Hasta 600 euros se pagaron por una escopeta, cuyo precio de salida era de 350 euros, y hasta 300 por una pistola automática por la que su dueño solo pedía 100. La Comandancia de la Guardia Civil de Santa Cruz ha subastado en Ofra 216 armas que habían sido expuestas la semana anterior y para las que se presentaron 40 propuestas de compra en el correspondiente sobre cerrado.

Cada arma por la que alguien mostró interés, un total de 26, fue adjudicadas al mejor postor y no hizo falta levantar la mano para dar más dinero porque no se produjo empate con ninguna de las ofertas ocultas en los sobres.

El teniente Manuel Eymar explica que la Guardia Civil solo actúa de intermediaria en esta subasta pues el dinero que se consigue es para el propietario del arma. Uno de los motivos principales por los que estas llegan a subastarse es por la caducidad de licencias. "Los dueños tienen un año de plazo para renovarla pero muchas veces prefieren no hacerlo y que alguien las compre porque ha adquirido con el tiempo algún problema físico, de visión o auditivo por ejemplo; por la edad, o porque pertenecían al padre o al abuelo y ya no las quieren", indica el teniente Eymar.

Los propietarios que si desean recuperarlas y temen que no les dé tiempo y que se lleve a cabo la subasta, "lo que hacen es poner un precio de salida muy alto" para que nadie puje por ellas. "Luego ellos mismos presentan la oferta, y se quedan con su arma y con su dinero", añade.

Asimismo, la revocación de las licencias debido a una sentencia judicial o por vía administrativa por la propia Subdelegación de Gobierno es otra de las razones por las que las armas llegan a parar a la Comandancia de la Guardia Civil. "Se pierde el derecho de posesión. La mayoría de las que se quitan es por violencia de género, aunque también hay casos de problemas entre vecinos. Estos casos se localizan sobre todo en las zonas rurales de la Isla. Aún así, el dinero que se consigue en la subasta es para los propietarios. La Guardia Civil no se queda con nada", aclara el teniente.

Pero si en una segunda subasta nadie muestra interés por el producto, entonces se lleva directamente a la chatarra y los dueños no consiguen ningún beneficio.

Entre el público que asiste a estas subastas o que presenta ofertas se encuentran coleccionistas –los menos–, deportistas, personal de la seguridad privada, cazadores y también algún político, juez o empresario que está amenazado por alguien y necesita llevar un arma. "De este último caso hay unas 30 licencias en toda la Isla", cuenta el teniente. "Y mujeres también hay, pero menos", añade.

Las licencias que se piden son de cinco tipos. La B corresponde al permiso para aquellos que las necesitan porque están amenazados, la C para el personal de seguridad privada, la D para armas largas o de caza mayor, la E para caza menor –la mayoría son escopetas– y la F para las distintas disciplinas de tiro deportivo. Para contar con una de estas licencias es necesario ser mayor de edad, español o extranjero residente, carecer de antecedentes penales, un certificado psicotécnico, pagar unas tasas y acreditar el deporte que realice en el caso de que ese sea el fin de la adquisición.

Vicente Ferrer ya tiene una. Asiste a todas las subastas. Es coleccionista y tiene esta afición desde hace 50 años. En su casa posee unas 40 armas. En esta subasta se hizo con un revolver de avancarga, imitación de un modelo de 1860, por 210 euros. El precio de salida era de 150 y competía con otra oferta, pero de 200. "La vedad es que me voy desconsolado. Si por mi fuera, me llevaba más", indicó.

Pero para conseguir otro revolver, pistola, carabina, rifle o escopeta, desde 65 a 500 euros aproximadamente, este vecino tendrá que esperar ya al próximo año, en septiembre, cuando la Comandancia de la Guardia Civil de Santa Cruz vuelva a celebrar otra subasta.

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