Los cazadores alaveses viven su particular crisis. El número de aficionados a la actividad cinegética año a año baja en picado. Sólo los que peinan canas o sus hijos practican este hobby que les lleva a adentrarse en el campo para capturar las especies de la temporada. El resto de jóvenes, a los que en sus casa no les han inculcado esta tradición, lo tienen más difícil para animarse a formar parte de las sociedades de cazadores. Madrugar para poner rumbo a zonas rurales con una escopeta debajo del hombro no convence a los criados en el asfalto de la ciudad y menos aún a los que nunca han veraneado en un pueblo. La actividad les parece más lejana al no saber qué es el trajín de los todoterrenos y de los perros en plena veda.

Sin embargo, la progresiva pérdida de esta afición no sólo se debe a la falta de relevo generacional. Los cazadores de toda la vida se ven obligados a abandonar su práctica por falta de dinero, lo que ha hecho que más de uno haya aparcado su hobby para cuando la época de vascas flacas se aleje y dejen de apretarse el cinturón.

En los últimos quince años, el descenso en el número de licencias es una constante. Si en 1995 había registrados unos 13.000 cazadores, actualmente la cifra se situaría en 7.557, lo que supondría cerca de un 40% de bajada en el número de permisos.

Una caída que se aprecia de forma notable, si se observan la evolución del número de licencias que tiene registrado el Departamento de Agricultura de la Diputación. En este sentido, si en el año 2003 había 8.188 permisos, en 2004 había 8.035 licencias y, un año más tarde, la cifra se quedaba en 7.871.

Entre las causas que explican la pérdida de esta afición está el abandono del hábito rural, que ha llevado a que la gente conozca menos el campo y sienta menos necesidad de estar cerca de él. Este es el caso de los jóvenes que han nacido en la ciudad. "Antes, la caza era un entrenamiento, pero hoy los jóvenes no necesitan irse al monte para divertirse entre los medios de comunicación y los vehículos que los llevan a las ciudades", explica el presidente de la Federación Territorial de Caza Enrique Mellado.

Otra de las grandes razones es la cuestión económica. La caza no resulta una afición barata. Pese a que los permisos no cuestan demasiado dinero -menos de 15 euros-, las cuotas de los cotos de caza han subido de unos años en adelante, de forma que se puede pagar desde unos 200 euros a 3.000, según la reserva y las condiciones cinegéticas.

Siniestros con la fauna Por esta razón, Mellado apunta que la crisis lo que ha azuzado es, sobre todo, el número de inscritos en las sociedades de caza, pero que le extraña que afecte a las licencias porque el importe es de unos 15 euros. "Si yo pierdo el empleo, lo más probable es que me tenga que ir del coto, porque en Álava el 90% de cazadores está inscrito en uno de ellos. Pero es peor no tener licencia, porque aunque me inviten no puedo ir", agrega el máximo responsable de la Federación Territorial de Caza, quien asegura que son los propios cazadores los que se sitúan en el punto de mira. "Los cazadores tenemos un elevado número de daños, como el de pagar todos los siniestros con la fauna ocurridos en carreteras cercanas", apunta Mellado.

Encarar este pago es algo único de este territorio y que, a diferencia de Bizkaia y de Gipuzkoa, no lo asume la Diputación, dado que el 90% de los aficionados está inscrito en cotos.

El hecho de que este tipo de accidentes se dispare a una treintena cada año hace "temer" a Mellado que algunas sociedades de cazadores desaparezcan. "Las sentencias por accidente son bastante frecuentes y algunas de ellas contradictorias, porque hasta se implica al propietario de la finca donde se ha producido el suceso", añade el presidente. La última sentencia conocida al respecto, del año pasado, por un siniestro de este tipo obligó a la Asociación de Cotos de Caza a de Álava (ACCA) a desembolsar una factura anual de 15.000 euros.

Pero sólo con mirar el bolsillo no acaban las preocupaciones de los amantes de la cinegética. Los trámites para obtener la licencia también se han recrudecido: hay que pasar un examen con conocimientos de legislación y de biología de las especies, además de la prueba para conseguir el permiso de armas.

"En la sede de la federación vamos a dar este mes una charla de dos horas para unos 40 asistentes para informarles de las labores que tiene que asumir el presidente de los cotos", cuenta Mellado, respecto al último decreto del Gobierno Vasco sobre la responsabilidad de los cotos de caza, una normativa que también modifica la denominación de las sociedades de cazadores por el nombre de "clubs".

FUENTE: noticias de alava