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El adiestramiento del perro en función de los métodos de caza

El adiestramiento del perro en función de los métodos de caza

Enviado por Tuslances.com el 29-07-2015

El adiestramiento del perro de caza debe ser paralelo a los cambios en las técnicas cinegéticas. La atención del adiestrador se orienta hoy en día hacia la especialización.
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Los instintos cinegéticos del perro de caza, inmutables y constantes en el tiempo, y las técnicas y los sistemas de caza, que evolucionan y cambian en el curso de los año, representan las dos exigencias, sólo contrastantes en apariencia, que deben estar estrictamente ligadas en una provechosa relación de colaboración entre hombre y animal.

Por lo tanto, el adiestramiento no debe reprimir ni limitar la espontaneidad del perro, sino adaptar esta predisposición natural a exigencias específicas, convirtiendo al perro en un verdadero auxiliar de caza, en sintonía con el hombre en cualquier situación.

De la red al arma

En otros tiempos, las presas se capturaban con las redes de caza y la función del perro era tan sólo la de señalar la presencia de aquéllas; el olfato del perro servía  exclusivamente para detectar las piezas, y el adiestramiento se limitaba a la posición “tierra”. Una parada de este tipo, con el perro en posición casi tendida, era idónea para este tipo de caza, y permitía un uso óptimo de la red.

En la actualidad ya no se usan redes, reemplazándolas por las armas, y en consecuencia también el cometido del perro se ha ido modificando. Corresponde a su nariz la detección de la emanación proveniente de la presa, pero la actitud de detección ha ido evolucionando hacia formas nuevas, como la muestra, a la que se le ha añadido el cobro.

En consecuencia, el adiestramiento ha “levantado” la posición del perro, que ya no se encuentra tendido en el suelo, sino con la nariz al viento y el hocico levantado para seguir el vuelo del animal, a fin de localizar su caída después del disparo.

Al mismo tiempo, se ha intentado contener la pasión del perro, adiestrándolo para que permanezca inmóvil hasta el disparo; este entusiasmo representaba un tipo de acción ya inscrito en su predisposición a la caza., pero en el que era preciso anular el instinto de agresión directa.

Éstas son, a grandes trazos, las principales exigencias en las que se inspira todo tipo de adiestramiento; un trabajo que no es difícil, porque el perro aprende rápidamente y sabe adecuarse perfectamente a os requerimientos del cazador.

La creación de las distintas razas caninas, la especialización y el correspondiente adiestramiento han acompañado, y siguen haciéndolo, la evolución de los métodos de caza.

Las codornices

En la búsqueda del delicado compromiso entre el instinto de agresión y la exigencia de no romper la muestra, se ha introducido el “sistema de las codornices” que actualmente es el más difundido en el adiestramiento en muchos países europeos.

A falta de abundante caza menor natural y ante la dificultad de adiestrar al perro -con la temporada de caza cerrada- en los pocos terrenos libres que existen, el cazador-adiestrador debe emplear codornices de granja; el recurso se hace necesario para hacer conocer al perro el olor del animal y para poner a punto los principios fundamentales de la caza.

Las codornices simulan a todos los efectos las prerrogativas de la presa natural, pero tienen un gran defecto: vuelan poco y mal.

Ello hace que el adiestramiento sea muy peligroso, por lo que es preciso acudir a ciertos recursos. El aprende a conocer la emanación animal y no encuentra diferencia alguna entre faisanes y codornices; pero como es un animal muy inteligente, entiende rápidamente –en presencia de codornices que no vuelan, sino que permanecen inmóviles- que con un salto pueden resolver la situación, capturando con facilidad a la pequeña ave.

Cuando se produce esta acción, es preciso cambiar rápidamente de método, porque se puede arruinar al perro. Si, en cambio, éste se habitúa a la situación, adquiere un defecto muy difícil de corregir, atribuyendo el comportamiento de la codorniz de granja al de las codornices salvajes, que es muy diferente.

Las soluciones son drásticas: o bien imponer al perro la absoluta inmovilidad (aunque la codorniz se deje capturar) o no volver a meter bajo la nariz del perro este tipo de animal demasiado doméstico.

Las perdices

La perdiz es un animal más indicado que la codorniz, faisanes o colines, ante todo porque la perdiz es una buena caminadora, que conoce a la perfección todas las maneras de eludir –a peón- la muestra del perro, pero también porque, contrariamente a la codorniz de granja, es hábil y no se deja pillar.

No es casual que las competiciones cinófilas más importantes, de las que salen los perros mejor dotados, se desarrollen con perdices, tanto en primavera, cuando el animal está en pareja, como durante el período de caza.

La emanación de la perdiz es una de las más intensas; a menudo los mejores perros captan el efluvio en el viento incluso a grandes distancias, y ello representa un método de medición de las capacidades olfativas del perro de caza. Además, requiere una buena velocidad del perro en la busca, una buena resistencia física y, sobre todo, grandes dotes de inteligencia. Sólo un perro que sea capaz de guiar con acierto y sin perder el contacto olfativo puede triunfar en esta difícil y comprometida prueba de caza.

Un adiestramiento no se puede definir como cuidadoso si, a pesar de las dificultades en la detección de los lugares, el perro no se ha metido al menos una vez con la perdiz, un animal que representa una especie de examen de licenciatura tanto para el perro como para el adiestrador.

La especialización

Las actuales tendencias del adiestramiento se dirigen cada vez más hacia la especialización, por lo que la finalidad de toda acción de caza es el empleo específico al que está destinado el perro. Desde esta óptica, los métodos de adiestramiento y el tipo de trabajo pueden ser muy diferentes, pese a las cualidades innatas de cada perro.

El ejemplo más significativo se refiere a las diferencias de adiestramiento para las competiciones cinófilas y para la caza. El adiestramiento se mueve en la misma dirección tan sólo en su aspecto teórico; en las pruebas cinófilas se requiere del perro que exprese todo su potencial en los pocos minutos que dura su turno, mientras que en la caza se privilegian las cualidades de fondo y la completa adaptación al terreno.

Las diferencias entre ambas disciplinas son más profundas de lo que pueda parecer, y a menudo sucede que un perro campeón en la competición se revele poco adecuado para la caza propiamente dicha, y viceversa. La diferencia es muy clara: el campeón es un perro generalmente veloz, capaz de desarrollar una busca de radio amplio, pero menos de una hora después es posible verlo extenuado junto al cazador; el verdadero perro de caza no proporcionará espectáculo con galopes rasantes, pero cazará al trote hasta el fin de la jornada y si una presa cae en la espesura de la vegetación. Casi siempre la recuperará correctamente. En muchas competiciones de alto nivel, buenos perros de caza son eliminados, no porque los jueces no sepan valorar sus cualidades cinegéticas, sino porque las reglas de las pruebas exigen cualidades muy particulares. 

Antes de iniciar cualquier tipo de adiestramiento, es necesario tener bien clara la futura utilización del perro de caza. Los principios fundamentales son idénticos (rastro, muestra, guía, cobro, etc.) pero los modos y los tiempos presentan grandes diferencias.

 


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