La aparición en 1994 de varias águilas imperiales muertas en la Región, por culpa del uso de cebos envenenados, provocó que Castilla-La Mancha viera que tenía un problema con este tema y que comenzara a hacer estudios para ver cual era la situación en el territorio con respecto al uso de biocidas.

 

De esta forma, entre 1994 y 2004, se establecen las bases de contra que se tiene que combatir y en el año 2005 se aprueba el Plan Regional de Lucha contra Venenos, enmarcado dentro de la estrategia nacional.

 

El plan contempla una serie de objetivos y uno de ellos es la formación a nivel provincial de unas unidades especializadas en la detección de cebos envenenados, unidades que conforma el personal del cuerpo de agentes medioambientales. Para ayudar de forma específica a la detección de esos cebos, se crea en Albacete la Unidad Canina.

La Unidad Canina de Albacete es la única que funciona ahora mismo a nivel regional, ya tiene tres años de trabajo concreto en el campo (las campañas 2009,2010 y 2011), aunque comenzó a trabajar un año antes, en el que se formó a los perros para la detección de los distintos cebos.

 

Aunque la provincia de Albacete no es una de las que más problemas presenta de la Región, en cuanto a la aparición de cebos envenenados, lo cierto que en lo que va de año se han iniciado un total de ocho expedientes sancionadores, de los cuales cinco han dado positivo en los análisis toxicológicos.

 

Una cifra importante, si tenemos en cuenta que en 2011 hubo doce casos en todo el año y en 2010 nueve. En cualquier caso, las cifras han bajado notablemente, ya que los doce casos de 2011, son casi la mitad de los 23 que hubo en 2005.

 

En cuanto a las causas que llevan a la gente a poner veneno en Castilla-La Mancha, pueden tener dos orígenes. El primero es perseguir el control masivo y no selectivo de predadores para evitar que ataquen al ganado y el segundo es para acabar con los perros asilvestrados y zorros, que pueden acabar con las piezas de caza.

 

Ambas medidas son nefastas para la naturaleza, como explica el jefe del Medio Natural en Albacete, José Luis Fernández. «Es una verdadera barbaridad, porque ese método al ser masivo, no selecciona la especie a la que te diriges y además una vez que introduces el veneno en el medio natural, no se sabe a cuantas especies va a afectar y cuanto tiempo va a persistir, porque el problema de los venenos es que la mayoría de ellos tienen una persistencia en el tiempo muy grande y una difusión en el espacio muy grande, que tu no vas a controlar. Se puede encontrar restos de un veneno que se ha puesto en un punto a muchísimos kilómetros de distancia, eso es algo que es aberrante».

 

El problema de estos venenos llega cuando se introducen en la cadena trófica afectando a animales que se alimentan de carroña. «El mismo veneno puede ir pasando de ejemplar a ejemplar y puedes tener problemas que te duran años. Antes se usaba la estricnina, que incluso puede durar décadas».

 

Los animales más afectados por los cebos envenenados son varios, aunque, sin duda, los que más preocupan son los protegidos. «Los primeros animales que suelen fallecer por este motivo, suelen ser perros, pero luego están las especies que están catalogadas, como las rapaces. Rapaces que sino viven principalmente de comer carroña, tienen la carroña como una parte de su alimentación. Desde las águilas imperiales o reales, ratoneros, los milanos sobre todo, el buitre... Hay muchas especies que están protegidas que se enfrentan a este tipo de problemas».

 

En la provincia de Albacete, los casos más habituales son de «milanos, milanos reales y milanos comunes, que son los primeros que te llegan. En algún caso nos ha venido algún águila real y alguna especie superior. La provincia de Albacete no es en la que más se usa el veneno, pero por recoger animales muertos, hemos recogido hasta jabalíes, que han muerto por cebos envenenados».

 

En Albacete el problema principal de los cebos envenenados se deriva de la actividad cinegética, mientras que en provincias como Ciudad Real, Toledo e incluso Guadalajara el origen está en la ganadería.

 

En cualquier caso, los casos van bajando gracias a la educación e información que se da a cazadores y ganaderos, guardas de cotos o titulares cinegéticos, dentro del Plan Regional de Lucha Contra Venenos.

Hay dos momentos por los que el protocolo se puede iniciar. Por una parte, los agentes medioambientales hacen un plan muy amplio de vigilancia del conjunto de la provincia, como explica Fernández. «Nosotros vigilamos aproximadamente, cada año, uno de cada cuatro cotos de la provincia y hacemos una inspección con la Unidad Canina o con los agentes medioambientales de las unidades de venenos. En esas visitas de inspección se puede encontrar veneno, pero no es lo más habitual». La otra forma por la que se pone en marcha el protocolo es cuando aparecen animales muertos. «Cuando nosotros tenemos noticia de que hay algún animal muerto o cuando tenemos alguna denuncia de alguien que ha visto una cosa rara, intervenimos rápidamente para inspeccionar. Lo que tratamos de cortar cuanto antes es que los venenos estén en el medio, por lo que se activa a los agentes y al Seprona para que acudan al sitio».

 

En cuanto a las actividades de vigilancia sobre venenos en 2011 se han realizado en Albacete 353 servicios de agentes medioambientales; 81 servicios de equipos especializados de venenos; 173 cotos inspeccionados con una superficie de 213.150 hectáreas.

 

Según el procedimiento, primero se levantan los cebos envenenados, esos cebos siguen una estricta cadena de custodia hasta el laboratorio toxicológico, que elabora un análisis de cual es el producto que se encontró. Si lo que se encuentran son animales muertos o fauna silvestre o incluso animales domésticos, lo que se hace es que se llevan a un centro forense, donde se hace el análisis, para determinar que ha originado la muerte y se toman las muestras necesarias para mandarlas al laboratorio toxicológico y que determine la relación entre los cebos y la muerte, si es causa efecto.

 

Hay que tener en cuenta que la colocación de cebos envenenados y la posible afección a especies catalogadas o protegidas están catalogadas en el Código Penal como delitos, por lo que el Seprona o los agentes medioambientales pueden llevar el caso a la Fiscalía. Si se determina quien ha sido el causante del envenenamiento, puede llegar a sanciones de tipo penal, con penas que varían en función del peligro que se pueda haber causado.

 

Normalmente estos casos acaban con una sanción económica que, en algún caso ha llegado a los 50.000 euros, y la suspensión cinegética si se trata de un coto de caza de uno a dos años completos.

 

Por otra parte, si ha habido la muerte de algún ejemplar de especies protegidas se puede llegar a sanciones de 90.000 euros si muere un lince o a los 60.000 si cae un ejemplar de águila imperial o águila azor-perdicera.