El director del Jardín Botánico, Fernando Carreño, explicó que el problema viene de hace unas semanas cuando detectaron la presencia de conejos, al parecer una especie australiana más grande que la manchega y, además, trepadora, que entraban a la instalación por la vía verde, procedentes de la Base Aérea, por unas columnas de hierro que presentaban huecos por los que los mamíferos roedores se colaban al Jardín Botánico.

 

Tras detectar los daños en las plantaciones, el Jardín Botánico instaló un kilómetro y medio de malla conejera y se puso en contacto con los Servicios Periféricos de la Consejería de Agricultura para que adoptar medidas excepcionales como la suelta de hurones en las madrigueras.

 

Sin embargo, ambas soluciones no han acabado con el problema, pues en el interior del Jardín Botánico se calcula que deambulan unas cinco parejas de conejos que han provocado daños en el azafrán, en los rosales recién plantados, en los troncos de los frutales y en los membrillos, y en especies florales como los pensamientos.

 

«Han arrasado con buena parte de las plantaciones», confirmaba ayer a este diario Fernando Carreño, quien explicó que, ante esta invasión de mamíferos roedores, han tenido que colocar numerosos protectores en las especies recién plantadas porque «las poníamos por la tarde y a la mañana siguiente ya se las habían comido».

 

El caso es que hasta ahora el emplear hurones para acabar con esta población de conejo australiano no ha sido efectiva, porque según el director del Jardín Botánico se esconden en las pasarelas y en las rocallas de esta instalación, donde los hurones no saben trabajar. Fernando Carreño llegó a calificar de «agobiante» la situación del Jardín Botánico y teme que el problema de los conejos se acentúe si se tiene en cuenta la rapidez con la que se reproduce esta especie australiana: «Calculamos que en estos momentos hay unas cinco parejas, por lo que en 20 ó 25 días podríamos tener aquí más de treinta conejos», prevé el director del Jardín Botánico, que aclara conocer más o menos el número de ejemplares por la cantidad de heces que se encuentran por la instalación. «Ahora veremos si los podemos atrapar con perros», avanzó finalmente Fernando Carreño.