Más que una afición
Enviado por José Manuel Álvarez Mayo el 21-02-2024
Cuántas veces habremos oído que la caza es un deporte o la pesca una afición. Y sí, admito que ambas tienen mucho de afición, y algo, o muchísimo - según cada cual las entienda o las practique -, también de deporte. Pero creo que no exagero si digo que aun mejor que ambos calificativos les cuadra la definición de razón de ser. No ignoro que algunos me llamarán exagerado, pero los colegas saben bien lo que digo. Porque aunque no falten quienes eventualmente acuden al campo o al puerto para entretenerse o matar el rato, los más lo hacemos, sencillamente, porque lo llevamos en nuestros genes, y difícilmente podríamos vivir sin agarrar la caña o la escopeta.
Aunque algunos abrazan la caza o la pesca de adultos, la mayoría ya nacemos cazadores o pescadores. Nos bautizaron nuestros padres o nuestros abuelos en una ceremonia tan conocida como poco casual, y aun diría que buscada: llegan a casa con las truchas o las perdices, acudimos nerviosos y raudos a verlas, observamos detenidamente sus plumas o sus libreas, las tocamos, percibimos su aroma... Y a renglón seguido comienza el interrogatorio y surgen las explicaciones. Y escuchamos absortos cómo desgranan minuciosamente cada lance, porque lo hacen con tanto detalle, con tanta pasión, que no osamos interrumpirles hasta que acaban. Y entonces volvemos a preguntar y vuelven a responder, y la rueda de preguntas y respuestas no cesa hasta que la madre dice que es hora de dormir. El padre se acuesta recordando una vez más la jornada, y el niño, que ya estaba en la cama, sueña con lo que un día ya cercano habrá de ser realidad.
José Manuel Álvarez Mayo
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