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El olfato del cazador

El olfato del cazador

Enviado por Tuslances.com el 24-11-2011

«Los buenos perros son los que inventan los jabalíes». Esta es la carta de presentación de uno de los más reputados adiestradores de perros de caza de Asturias, Francisco Cuétara. En una finca de Llanera prepara grifones asturcántabros que generalmente termina usando él mismo en las cacerías, aunque una buena parte también termina destinándose a la venta. Es el responsable de adiestramiento de vía única del Grupo de Monteros El Molín y conoce perfectamente el oficio. «Adiestrar un perro es una tarea difícil», asegura Cuétara. «Además de tener una buena base genética tiene que tener la suerte de caer en buenas manos», explica. Por eso, y a pesar de la crisis, los perros siguen siendo el artículo más caro dentro del mundo cinegético.
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«Los buenos perros son los que inventan los jabalíes». Esta es la carta de presentación de uno de los más reputados adiestradores de perros de caza de Asturias, Francisco Cuétara. En una finca de Llanera prepara grifones asturcántabros que generalmente termina usando él mismo en las cacerías, aunque una buena parte también termina destinándose a la venta. Es el responsable de adiestramiento de vía única del Grupo de Monteros El Molín y conoce perfectamente el oficio. «Adiestrar un perro es una tarea difícil», asegura Cuétara. «Además de tener una buena base genética tiene que tener la suerte de caer en buenas manos», explica. Por eso, y a pesar de la crisis, los perros siguen siendo el artículo más caro dentro del mundo cinegético.
 
«Hace unos años llegaron a pagar hasta 15.000 euros por un ejemplar», dice este adiestrador. «Ahora ya no es para tanto, pero un buen perro sigue siendo un artículo de lujo».
 
En la finca en la que trabaja tienen unos treinta perros. Veinte son adultos y el resto, cachorros. «Normalmente, si haces las cosas bien, un perro llega a aprender las claves de la caza en dos años», detalla Cuétara. «Aunque en algunos casos, haciendo un buen entrenamiento se puede conseguir antes».
 
De hecho, ellos lo han conseguido en repetidas ocasiones, ya que tienen cachorros de ocho meses que saben cazar sin cuerda. «Ese es el principal objetivo», mantiene este adiestrador. «El perro debe entender al montero sin que éste le tenga que tener amarrado». Para llegar a ese punto, son necesarias incontables horas de entrenamiento diario. «Lo que hacemos es aprovechar cuando termina la temporada para adiestrar», dice el responsable de El Molín. Es entonces cuando recorren cientos de kilómetros siguiendo rastros, con o sin trilla. «Llevamos a cada perro tres o cuatro veces por semana al monte y después de mucho tiempo corrigiéndoles terminan cazando solos», mantiene Cuétara.
 
Sin embargo, dice, «muchos monteros no completan este entrenamiento y por eso la mayoría de los perros cazan sólo con cuerda». Eso no evita que de un tiempo a esta parte exista una tendencia a que cada cuadrilla tenga sus propios perros, y se encarguen por sí mismos del adiestramiento. «En Asturias cada vez hay más gente adiestrando perros y cada uno sigue sus propios métodos», explica este 'entrenador'. «Antes, lo habitual era que las peñas contratasen a sus monteros de confianza, pero cada vez hay más que cuentan con sus propios canes», comenta.
 
En El Molín, por ejemplo, siguen acompañando a cuadrillas por diversos lugares de Asturias, como Caso, Somiedo o Candamo. En su caso, sólo llevan sus perros si el contratante en cuestión entiende una filosofía que ellos explican de este modo: «El perro, donde muestra su valía es en la 'cama' del jabalí, por eso no cazamos ni para cumplir el cupo ni para que el perro muerda a la presa». Difícil empeño en un deporte cada vez más competitivo. «En algunas cacerías admitimos que los tiradores aporten algún perro -expone Francisco- y nos defrauda comprobar que el cazador sólo busca que sea su animal quien levante la pieza y no disfrutar de cada lance».
 
Actividad vocacional
El suyo es un modo de ver la caza que cada día parece menos popular y en el que en ocasiones se dan circunstancias de lo más pintoresco. «A veces -dice un Cuétara sonriente- voy al monte con un perro y me doy cuenta de que el animal interpreta una señal que yo desconocía. Aunque parezca extraño, siempre terminas aprendiendo cosas de los perros».
 
Quizás por eso y pese a la cantidad de horas dedicadas, a que las ventas son cada vez menores en volumen y en precio y a que cada vez están menos solicitados, adiestradores como Francisco Cuétara deciden seguir adelante con una tarea totalmente vocacional. «Seguiré defendiendo este modelo de caza», sentencia buscando a su vera la complicidad de sus perros 'Man' y 'Kun'.
 
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