Un pescador con un lucio, considerado especie invasora (Foto: P.Vizcay)

En una Resolución publicada en el Bocyl del 13 de diciembre, la Dirección General de Medio Natural de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León anuncia la apertura de un periodo de información pública, audiencia y consulta durante 30 días, del borrador de la Ley de Pesca de Castilla y León. Los 30 días se contabilizarán a partir del 14 de diciembre, día siguiente a la publicación de la orden. El documento completo puede consultarse en los servicios territoriales de Medio Ambiente que en León residen en la avenida de Peregrinos s/n. También en una página web que se ha habilitado a tal efecto en www.jcyl.es. Podrán formular alegaciones o exponer su parecer en razonado informe cuantos particulares, corporaciones o entidades públicas o privadas representativas de interés de carácter general, sindical o corporativo lo estimen oportuno.

El mencionado borrador, que ahora se somete a información, lleva semanas suscitando un encendido debate en todas las provincias de la Comunidad, pero muy especialmente en León y Zamora, entre los partidarios de la pesca sin muerte, claramente beneficiados por el texto, y los de la pesca tradicional. Cabe destacar en este sentido que el régimen tradicional desaparece en todas las aguas libres y tan solo podría prevalecer como excepción en algunos cotos o masas de agua habilitadas para ello. El artículo 9 del borrador, dedicado a las especies de interés preferente, establece a la trucha común como tal, ya que según el texto «pertenece a las especies autóctonas de la fauna acuática con especial valor ecológico o deportivo para las que resulta aconsejable la adopción de medidas especiales de conservación y de regulación de su aprovechamiento». Mas adelante en el título cuarto referido a las masas de agua clasifica éstas en aguas de acceso libre, cotos de pesca, escenarios deportivo-sociales y aguas de pesca privada. Pues bien, el artículo 25.4 establece: «La pesca de las especies de interés preferente (por tanto la trucha), en las aguas trucheras de acceso libre, se realizará en la modalidad de pesca sin muerte». El texto, caso de no sufrir modificaciones en su tramitación, finiquitaría de un plumazo el régimen tradicional de pesca que ha prevalecido a lo largo de cientos de años. La polémica está servida. Al descontento suscitado por la normativa para el 2011, recientemente publicada, que restringe de forma casi total el cebo natural, ahora se une la nueva y todavía mas restrictiva Ley de Pesca. Hay opiniones, cada vez mas exaltadas, para todos los gustos. Mientras unos opinan que la Ley pretende eliminar al ribereño y al pescador humilde, reservando el río para turistas millonarios, otros afirman que el río no es una pescadería que no hay mas remedio que prohibir si se quiere conservar la riqueza natural. Los hay que acusan a la administración de ser fuerte con el débil (el pescador de caña) y débil con el fuerte (los que contaminan, envenenan, dragan y extraen áridos, se apoderan de las márgenes y construyen escolleras kilométricas) «¿Para qué sirve una Ley si luego no hay autoridad que la haga respetar?», dicen otros ante la ausencia crónica de guardería especializada. «¿Truchas autóctonas? Quedan cuatro y en las cabeceras de los ríos. Nada de pesca sin muerte, veda total en estas zonas y en el resto que repueblen como se hacía cuando la piscifactoría de Vegas del Condado funcionaba. A mí me quitan de degustar unas truchas, pero no dudes que en ciertos arcones se seguirán estropeando». «Dónde están las truchas de los tramos libres sin muerte? Deberían salirse para los prados, pero yo veo cada vez menos y mas pequeñas». Unos y otros preparan las alegaciones y medidas de presión. Ya solo falta que la política entre en juego, y lo hará próximamente.

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