Francisco Martínez Joya lleva la mar en la sangre. Su segundo apellido revela su pertenencia a una estirpe ligada al océano. Aunque su trabajo se separa de una larga tradición familiar, de pescadores, prácticos y remolcadores; la pesca es su gran pasión hasta donde le alcanzan los recuerdos. Se dedicó a la pesca tradicional hasta que en 2000 descubrió la pesca con señuelos, que cambió su manera de percibir este deporte. Desde entonces, trata de introducir la denominada pesca sin muerte en el Estrecho de Gibraltar y es pionero en la zona en la modalidad de 'spinning' desde embarcación. «Mi idea no es competir, sino divulgar», afirma.

Está convencido de que los aficionados a la pesca tienen la obligación moral de contribuir a la preservación de las poblaciones marinas. Sabe de lo que habla y practica lo que dice. Enumera sin titubear las especies de depredarores del Estrecho con sus nombres comunes y científicos. Le brillan los ojos cuando muestra una fotografía en la que sostiene una barracuda inmensa. «Yo disfruto con el camino de la pesca, no con la meta». Su barco, el 'Macarena I', luce una gran pegatina con el icono de la pesca sin muerte: una mano con las flechas que indican reciclaje a su alrededor. «No tenemos más remedio que preservar el medio ambiente», asegura, «para abastecer de pescado están los profesionales, que para eso cotizan y pagan impuestos».

Las principales modalidades de la captura y suelta son: 'spinning', 'jigging' y pesca con mosca. En las dos primeras se utiliza un señuelo artificial con forma de pez y la diferencia principal entre ellas está en la recogida, que el el 'spinning' es horizontal y en el 'jigging' vertical. La clave está en mover el señuelo con movimientos que simulen los de los peces presas habituales de los depredadores. Los más expertos logran incluso aparentar que se trata de ejemplares enfermos y, por tanto, de presas más fáciles.

Según Martínez, el Estrecho de Gibraltar constituye todo un reto para los aficionados. «Es una de las zonas más complicadas para la pesca en general y especialmente para la captura y suelta porque el clima produce paros biológicos obligados».

Una dificultad añadida para el 'spinning' es que la modalidad requiere que el pescado esté localizado, pero es habitual que no se produzcan las pajareras que indican los lugares óptimos, por lo que es necesario conocer bien la zona para buscar los bajos de piedra en alta mar.

Habrá quién se pregunte cuál es el aliciente de pescar cuando no se pueden mostrar los trofeos. La resupuesta es sencilla: la fotografía. Martínez comenta que hizo un curso de fotografía expresamente para mejorar las imágenes tomadas durante sus salidas y los resultados demuestran que tomó buena nota. Una Nikon D-80, un gran angular 12-24 Tokina son sus mejores aliados.

En cualquier caso, quedarse con una pieza no está vetado. El secreto está en ser razonable. «La pesca sin muerte evita cosas como esta», indica mientras muestra una fotografía de una veintena de pescados desparramados en el suelo de una embarcación. «Alguna vez echas algo a la nevera, pero ocasionalmente, pero ése no es el objetivo».

Martínez confiesa que es un privilegiado. Ha tenido buenos maestros y sostiene que como mejor se aprende es saliendo a pescar. Cuenta con patrocinadores de excepción, Molix y Major Craft, que le proporcionan materiales altamente técnicos. Además, puede dejar constancia de sus logros y divulgar la actividad a través de diversas publicaciones y forma parte de diversos proyectos, como el que emprenderá el próximo año con el Instituto Oceanográfico Español (IOE).

La colaboración con el IOE consistirá en marcar todos los ejemplares de pelágicos y túnidos que capture para poder hacer un seguimiento de las poblaciones y contribuir así a su conservación. La inciativa está abierta a otros participantes, que recibirían un curso y que pueden contactar con Martínez a través de internet en la dirección http://www.fjmartinezjoya.blogspot.com.

Por otro lado, el próximo 15 de febrero tiene programado un viaje a Mauritania con compañeros de Valencia. Cruzarán el desierto hasta llegar a la costa, donde pasarán unos días aislados de la civilización para dedicarse íntegramente a la captura y suelta.

Es conscientes de que los aficionados a la pesca tradicional suelen ser reacios a la pesca sin muerte. Insiste en que no quiere adoctrinar a nadie, pero anima a quienes quieran intentarlo. «Yo sólo digo que prueben, después cada uno decide», afirma.