La expedición cinegética del rey Juan Carlos en Botsuana los ha puesto de moda. Son mallorquines que también practican la caza internacional desde hace años. Han visitado los cinco continentes, rifle en mano, en busca de una nueva pieza que pase a engrosar sus vitrinas. Un trofeo de un animal que les permita completar su amplia y apreciada colección.

En Mallorca existen unas 30 personas que practican la caza internacional. No obstante, solo un reducido grupo ha cazado en África, Europa, América, Asia y Oceanía. Benny Bestard y Pedro Ginard son algunos de los que han vivido verdaderas aventuras abatiendo enormes animales como elefantes, búfalos, cocodrilos, hipopótamos, osos, leones, leopardos, multitud de antílopes y todo tipo de cabras y carneros, entre muchas otras especies.

Se trata de una actividad que no está al alcance de todo el mundo por su elevado precio. Rendir un elefante en Botsuana o Zambia puede alcanzar los 39.000 euros, en función del peso de los colmillos, pero también hay paquidermos más baratos: a partir de los 9.300 euros. Un león o un cocodrilo africano pueden estar entre los 15.000 y 23.000 euros y un oso en torno a los 12.000 euros, 16.000 si es categoría oro.

Bestard y Ginard defienden la afición a la caza del rey y aseguran que esta actividad es "la mayor manera de mantener el equilibrio de la fauna y la flora de muchas zonas naturales". "Los cazadores somos los mayores amantes de la naturaleza y sabemos qué animal hay que eliminar porque ha llegado a su máxima edad productiva o porque el número de miembros de esa especie es desproporcionado". Con estas palabras rechazan las numerosas críticas a su afición. La describen como una "mezcla de aventura y recarga de adrenalina cuando tienes delante un enorme animal salvaje y peligroso o tienes que luchar contra los elementos naturales", explican. Benny Bestard es un empresario de Mallorca que ha cazado en los cinco continentes. En las próximas semanas tiene la intención de desplazarse a Zimbabwe con el objetivo de capturar un nuevo trofeo para su colección. "No se puede protestar por la afición del rey, ya que no nos ha costado un duro público. Lleva cazando toda la vida y es una gran publicidad para la empresa que organiza el safari", aseguró Benny.

Este cazador relata que ha podido comprobar la gran sobrepoblación de elefantes existente en países como Botsuana, Tanzania o Zimbabwe. Suponen un grave problema de deforestación. "Por allí donde pasa una manada de elefantes es como si pasaran unas excavadora. Por este motivo, los gobiernos dan una serie de permisos que les supone unos ingresos y, al mismo tiempo, mantienen el equilibrio ambiental", afirmó.
Los protagonistas defienden el espíritu aventurero de esta variedad cinegética. Comentan que un cazador internacional acude a lugares recónditos que difícilmente visita haciendo turismo. Asimismo, mantienen que su actividad es la forma de vida de mucha gente, ya que la carne de los animales es repartida por los poblados para el consumo de la población, la piel sirve de abrigo y de suelo para sus chozas. Con los huesos hacen pienso y jabón, se aprovecha todo el animal. Con las tasas de abate los gobiernos instalan colegios y centros sanitarios.

"Un safari €apunta Pedro Ginard€ lo disfrutas cinco veces. Cuando lo preparas, en el momento de viajar, durante la cacería, cuando recibes los trofeos de caza una vez que hayan sido tratados por el taxidermista (profesional que se encarga de disecar el animal) y cuando lo enseñas a los amigos.

Existen empresas especializadas en la organización de cacerías internacionales. Te garantizan la seguridad personal, alta posibilidad de encontrar la pieza buscada y un alojamiento en la zona. Asimismo, proporcionan transporte durante la caza y un guía. Benny apuntó que en sus inicios empezó acudiendo a los safaris con este tipo de empresas, pero ahora se los organiza él mismo o mediante otros cazadores.

En Sudáfrica, frontera con Botsuana, fue donde Benny Bestard capturó un espectacular ejemplar de león. En Zimbabwe abatió un elefante después de 8 día siguiendo sus huellas. Relata que se sigue al pie de la letra la "ética de la caza". Nunca se dispara desde el coche. Cuando los guías descubren las huellas se pasan horas caminando hasta hallar el ejemplar deseado.

El empresario cuenta infinidad de anécdotas de sus aventuras. Relata que en una ocasión se encontró en su habitación con una tarántula "tan grande como un plato". Ha tenido que comer todo tipo de comidas, como serpiente, huevos de termita, lagarto o camello. Se muestra satisfecho de haber cazado a 37 grados bajo cero en el círculo polar Ártico, a 44 grados a la sombra en Tanzania y llegar a los 4.000 metros de altitud.

Benny asegura que practica su afición "en función de como vaya el negocio" y que hay un nivel de caza internacional para cada bolsillo. Comenta que en Zimbabwe existen más 80.000 elefantes y son "como una plaga que arrasan por donde pasan" Los paquidermos descortezan y derriban los árboles para conseguir la comida que albergan las ramas.

Los precios solo incluyen la estancia y el abatimiento del animal. El viaje, las tasas de aduana y el tratamiento del taxidermista se pagan aparte. La misma empresa se encarga de enviar a casa del cazador la piel o el cráneo del trofeo disecado para exponerlo en sus vitrinas. Bestard cuenta con una sala repleta donde se pueden observar los espectaculares ejemplares que ha cazado en sus aventuras por los cinco continentes.

Falta de ayuda a la caza mayor

La caza mayor no solo se puede practicar en África, Canadá o en el Este de Europa. En España existe gran variedad de machos monteses, ciervos, jabalíes y gamos para abatir. En Mallorca, el trofeo de la cabra mallorquina es muy apreciado. Existen seis fincas que cuentan con certificado de calidad y precinto para practicar la caza mayor. Se trata de Es Teix, Formentor, Cala Murta, La Victòria, Ternelles y Solleric. Pedro Ginard, es uno de los impulsores de que la cabra mallorquina sea considerado un trofeo de caza. Es vicepresidente de la Asociación de Cazadores de Caza Mayor (ACAM) y asegura que se trata de un turismo de alto poder adquisitivo que viene a Mallorca durante la temporada baja.

Sin embargo, denuncia que no reciben ni la ayuda ni el apoyo necesario de la administración. El Govern tiene paralizada la junta de homologación para poder certificar los animales. Asimismo, Ginard comenta que "existen cotos piratas que se dedican a cobrar por cazar sin tener los correspondientes permisos y perjudican a nuestro sector". Otra de las denuncias de los cotos homologados es la venta del cabrito mallorquín vivo a otras fincas de caza mayor de la península. De esta forma, los cazadores de otros países tienen la oportunidad de capturar toda la variedad de cornamentas en la península y no se desplazan a los cotos de Mallorca. "Esto nos hace mucho daño y la administración pública no hace nada para controlar estas prácticas", manifestó Ginard.

El cazador recuerda que en Mallorca se han descastado (eliminación de los ejemplares híbridos) 14.000 cabras. Esta labor es fundamental para la conservación de la raza autóctona, ya que el cazador que paga varios miles de euros por un boc balear quiere que sea puro. "Todo este trabajo €apuntó Ginard€ lo hemos hecho nosotros sin que cueste un duro a la administración pública".

FUENTE: