Después de la vaina y del fulminante de los cartuchos para armas lisas, pasamos a examinar el resto de elementos que producen la expulsión de los perdigones a través del cañón.

La pólvora

Es un componente químico que, activado por el fulminante, estalla, transformándose en gas a elevada presión y provocando la salida de los perdigones del cartucho. La invención de la pólvora pírica se remonta a los chinos del siglo IX; compuesta por salitre, carbón y azufre, era la famosa pólvora negra, que fue usada como explosivo para armas de fuego, en minas y en bombas de morteros. Hoy se ha sustituido por pólvoras sin humo, que, según la composición química, se dividen en dos grupos: con nitrocelulosa (gelatinizada o no) y con nitroglicerina.

Las pólvoras con nitrocelulosa no gelatinizada han caído en desuso a causa de su falta de potencia: la nitrocelulosa está mezclada con sales y otros elementos cohesivos; la pólvora se presenta en forma granular y a presiones muy elevadas. Las grandes desventajas son la gran sensibilidad al fulminante (no puede emplearse el fulminante de doble fuerza) y a las condiciones atmosféricas, especialmente a la humedad.

La pólvora que utiliza nitrocelulosa gelatinizada se sirve de sustancias disolventes que transforman el elemento base en una masa compacta y gelatinosa; un posterior procedimiento da a la pólvora la forma de pequeñas láminas más o menos finas. En casi todos los cartuchos se encuentra este tipo de pólvora, de combustión progresiva y adaptable a fulminantes normales y de doble fuerza. Estos cartuchos no se ven afectados por la humedad y poseen un disparo relativamente elástico, aunque con un fuerte retroceso.

Algunos tipos de pólvora

Las pólvoras con nitroglicerina usan tanto la nitroglicerina como la nitrocelulosa; la unión de estos dos elementos genera la pólvora sin humo, un compuesto coloide elástico con distintos porcentajes de nitroglicerina, de alto o bajo contenido.

Se trata de pólvoras que, debido a su composición química, son muy corrosivas por las altas temperaturas que generan; por este motivo se añaden sustancias que estabilizan el compuesto y permiten mantener bajo el contenido en nitroglicerina.

La vivacidad

Con este término aparentemente inadecuado se identifica dentro del ámbito cinegético el comportamiento de la pólvora en el momento del disparo. Es vivaz cuando la combustión es muy rápida y la presión sube bruscamente para luego descender hasta valores bajos cerca de la boca de salida; la fuerza que se imprime a los perdigones es instantánea y se adapta a las escopetas de cañón corto.

El comportamiento contrario se llama progresivo. La combustión es más lenta (se habla siempre en términos de fracciones de segundo) y la presión del gas presenta un aumento gradual, con una distribución más homogénea en toda la longitud del cañón. El empuje impreso a los perdigones es progresivo y prolongado, adecuado a cañones largos, donde pueden desarrollar toda su potencia.

La vivacidad y la progresión dependen del tipo de pólvora y de su composición; esta vasta gama de opciones es importante en la carga artesanal de cartuchos, pero si se usan cartuchos genuinos de fabrica, se puede estar seguro de tener unas excelentes prestaciones balísticas.

El taco

Entre la pólvora y los perdigones no puede haber contacto directo: el diafragma de separación es el taco, que se interpone entre los plomos y la pólvora. El taco absorbe el impacto inicial de la explosión, regulando el desarrollo de las presiones e impidiendo las fugas de gases, que reducirían el efecto del plomeo.

Es quizás el elemento más humilde del cartucho, pero de él depende en gran medida la eficacia del tiro. Los materiales que se usan van desde el corcho hasta el fieltro, desde el cartón prensado hasta el plástico, pasando por la lana. Lo más importante es que el taco realice perfectamente su función termo aislante, que no permita a las altas temperaturas de combustión fundir los perdigones y dé a éstos un impulso uniforme.

El taco más empleado en la actualidad consiste en una especie de copa doble con cavidades situadas en posiciones opuestas, separadas por un pilar de unión. Una de las copas contiene los proyectiles y la otra la pólvora. El taco suele estar fabricado por inyección de un polímero plástico. El polímero utilizado puede ser de baja o de alta densidad según se utilicen perdigones de plomo o acero respectivamente.

El taco también separa la pólvora de los perdigones, impidiendo se quemen tras su explosión. Además en los cartuchos modernos, el taco hace la función de amortiguador y contiene los perdigones, evitando que durante el disparo rocen el cañón ya que estos van en su interior. De esta manera los perdigones tampoco se deforman y se consigue una considerable mejora de la plomada.

Algunos tipos de tacos

El alojamiento de los perdigones suele tener varios cortes longitudinales con objeto de permitir una rápida separación de los mismos y el taco cuando este sale del cañón y se inicia el vuelo hacia el blanco. Una vez fuera del cañón el taco cae a pocos metros ya que tiene muy poca densidad comparada con los proyectiles.

El taco es uno de los elementos fundamentales en la consecución de las presiones y velocidades adecuadas para la mejora balística del disparo, además proporciona el efecto adicional de muellear  y absorber una parte de la energía del retroceso, haciendo más confortable el disparo. En los cartuchos de perdigones de acero,  desaparece el pilar de unión. La menor densidad del acero hace necesario  que se deba disponer de un mayor espacio para alcanzar el mismo peso que con los perdigones de plomo, con lo cual desaparece el pilar de unión. Además los polímeros utilizados para la fabricación del taco de cartuchos con perdigones de acero y de plomo son diferentes. Los de plomo se conforman con polietileno de baja densidad y los de acero con polietileno de alta densidad.

Los perdigones

Toda la dinámica del cartucho está dirigida hacia la expulsión de los perdigones del cañón de la escopeta. Los perdigones están compuestos de plomo en estado casi puro, con la agregación de un porcentaje de arsénico (1,5%), que tiene la función de dar fluidez a los plomos para que asuman una forma circular. El método de fabricación más antiguo consiste en hacer caer el plomo a través de una malla metálica situada a 35 m sobre un recipiente lleno de agua; durante la precipitación, las gotas se solidifican gracias a una corriente de aire frío que pasa por la zona de caída. Los plomos deformes o grandes son descartados mediante unos cedazos metálicos dotados de pasos con diámetros prefijados. El añadido de grafito para el lustre finaliza el ciclo de producción.

Este proceso de fabricación se ha sustituido gradualmente por el estampado en frío, que emplea un hilo de plomo anteriormente calibrado, que se secciona mecánicamente en las medidas requeridas; estos perdigones tienen un alto rendimiento.

La cantidad de perdigones en un cartucho es un factor importante: un solo gramo de más o de menos provoca disminuciones o aumentos significativos de la presión y de la velocidad. Los dos requisitos esenciales son la cualidad del perdigón y su solidez en función de la indeformabilidad, que es el principal objetivo a alcanzar. Sólo un perdigón perfectamente esférico mantiene la trayectoria.

Por este motivo, las mejores fábricas usan procedimientos para lograr un mayor endurecimiento (antimonio y temple) en la última fase de fabricación, o proceden a niquelar los plomos, para aumentar la solidez y prevenir la oxidación.

Cartucho de posta

El peso y el diámetro de los perdigones están en estrecha relación con la pieza que se quiere abatir. Una gran ayuda para el cazador es el sistema de numeración que clasifica los perdigones por su diámetro, que va del 1 al 10, y que es tanto más alta cuanto más pequeño es el plomo. El 1 corresponde al más grande y el 10 al más pequeño. También existen los plomos del 0 y del 00, mayores que el 1. Se consideran postas los que pasan de 2,5 gr, que están prohibidos en España.

Bala tipo Brenneke

La bala

Para la caza mayor (jabalíes fundamentalmente) se utiliza un tipo de cartucho que se diferencia principalmente por tener una sola bala d eplomo. Esto permite a las escopetas desarrollar rendimientos “similares” a los de los rifles: la llamada Brenneke tiene una sección cilíndrica, con nervios longitudinales oblicuos y taco posterior fijo de expulsión.

Los nervios longitudinales provocan un movimiento parecido al de una hélice, estabilizando la trayectoria; la distancia media no supera los 60 metros, pero el radio de acción es muy superior.

Hoy día hay mucha variedad en tipos de balas para escopeta.