Cuando uno se hace socio de un coto entra a formar parte de una sociedad compuesta por los cazadores que compran la correspondiente acción formando lo que siempre he creÃdo que es el órgano soberano de la sociedad, que elige una directiva de entre los propios socios.
Ocurre con demasiada frecuencia que la directiva, una vez se hace con la gestión, supuestamente responsable, de la sociedad, se dedica más a emitir normas contra los socios que a facilitar y mejorar las condiciones de caza en los terrenos que se hayan contratado.
Ante esta situación, si un socio se siente vejado o privado de alguno de sus derechos como socio ¿a quién recurre?. Al hacer su reclamación a la directiva, habitualmente se le responde que lo exponga en la siguiente asamblea; asamblea que debe convocar la misma directiva que, de esta forma, tiene la sartén por el mango para dilatar la convocatoria hasta que le venga bien.
Y digo todo esto porque la directiva de la sociedad en la que estaba, se inventó un comité de disciplina y emitió una relación de faltas y castigos que serÃan catalogadas las unas y aplicados los otros por el mencionado comité.
Al rebatir una opinión del presidente caà en desgracia y se buscó la forma de eliminarme o, cuando menos "neutralizarme". No siendo persona que se deje manipular caprichosamente, siempre expuse mi opinión contra todo aquello que no pareciera justo. Entonces se prohibió a los socios que comentaran asuntos importantes de la sociedad en el grupo de whatsapp, permitiéndose solo aquellos comentarios adulatorios o inocuos (chistes, fotos, cadenas, etc.,) y eso en horas del dÃa muy limitadas. Para asuntos serios hay que trasladarse hasta la sede (no importa lo lejos que te pille) un determinado dÃa de la semana en horario también determinado.
En cierta ocasión, "alguien" abrió un grupo de whatsapp en el que "se podÃa hablar". Varias personas vertieron allà sus comentarios y yo hice lo propio también. Siempre, eso sÃ, dentro del mayor respeto y exquisita educación. Finalmente, el "creador" del grupo (que habÃa metido a todos, o casi todos, los socios) se salió del grupo dejándonos a los demás lo que se dice tirados como una colilla. Como es de suponer, afeé esta conducta dejando entrever que esa actitud no era de caballeros. Inmediatamente se tomó mi declaración como descomunal falta de respeto, fui convocado por el comité de disciplina que en el acto me retiró la tarjeta de socio y me aplicó la pena máxima, si se exceptúa la expulsión, de tal modo que no podrÃa cazar hasta final de temporada a pesar de tener que pagar las mensualidades como cada "quisque", negándose incluso a facilitarme una copia de los estatutos.
Finalmente, tuve que recurrir a un abogado quien en dos actuaciones obligó a la sociedad a entregar los estatutos y a devolverme la tarjeta de caza.
Como resultado de la investigación del abogado, quedó patente que el comité de disciplina NO TIENE AUTORIDAD para aplicar sanciones y, por supuesto, las que se me habÃan aplicado a mi iban en contra de todo derecho.
Y esta es la historia de de cómo un pensionista al que le gusta la caza, pagar una respetable suma por ejercer el deporte que le apasiona no le exime de ser vejado y maltratado por quienes tienen la obligación de hacer justo lo contrario. ¿Hasta cuándo vamos a permitir los "paganos" que un grupo de... personas elegidas por nosotros mismos formen un mini estado dictatorial?
De todo lo que aquà expongo tengo documentación suficiente para refrendarlo. Si hago estos comentarios es con la esperanza de algunos compañeros de afición sepan defenderse si les llega el momento.
Gracias por leerme a los que hayan sido capaces de aguantarme y buena caza a todos para la próxima temporada.