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Una visión de cierres y cerrojos (1ª parte - Cierres del siglo XIX)

Una visión de cierres y cerrojos (1ª parte - Cierres del siglo XIX)

Enviado por Jamin el 31-10-2015

Desde que se inventó la retrocarga para las armas de fuego lo que más dolores de cabeza les ha dado a los fabricantes y diseñadores ha sido precisamente el conseguir cerrar el “bujero” trasero del cañón de una forma segura. A pesar de todos los avances tecnológicos y a todos los ordenadores y a toda la capacidad moderna.... los principales y más seguros sistemas de cierre datan del siglo XIX.
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En vista de unas últimas dudas presentadas en el foro, y pensando que algunos de los usuarios quizás no estén muy familiarizados con el funcionamiento de los diferentes tipos de cerrojo existentes, voy a intentar hacer un pequeño reportaje sobre algunos de ellos, los más comunes, y siempre eligiendo aquellos que por poseer puedo fotografiar y explicar.

Este reportaje no pretende ser exhaustivo ni siquiera didáctico, simplemente informativo sobre algunos aspectos de los cerrojos, y básico en su funcionamiento. Supongo que cometeré algunos errores, unos técnicos (perdonad por no saber más), otros de escritura (también perdonad por no saber más) y otros de otros tipos, sobre todo fotográficos. Podréis comprobar que la fotografía no es, ni ha sido, lo mío. Pero espero que os sirva para pasar el rato, y si alguno soluciona alguna duda me daré por satisfecho.

Empezaremos aclarando que desde que se inventó la retrocarga para las armas de fuego lo que más dolores de cabeza les ha dado a los fabricantes y diseñadores ha sido precisamente el conseguir cerrar el “bujero” trasero del cañón de una forma efectiva y segura, aunque también es necesario saber que a pesar de todos los avances tecnológicos y a todos los ordenadores y a toda la capacidad moderna....los principales y más seguros sistemas de cierre datan del siglo XIX. Muchos de ellos siguen vigentes hoy día y otros con ligeras modificaciones son los que usamos a diario en las canchas de tiro y en los cotos de caza.

También es necesario aclarar que el cierre de un arma no sólo se confía al cerrojo, de una u otra forma, que pongamos. El primer elemento de cierre sigue siendo el mismo que a mediados del siglo XIX, o sea, la vaina contenedora de pólvora y proyectil. Este invento tan antiguo sigue siendo a día de hoy el primer cortafuegos entre la presión de recámara y el tirador. Las vainas hechas de latón flexible tienen la misión de dilatarse y pegarse a las paredes de la recámara sellando la cámara de combustión en su parte trasera. Al ser de un material tan dócil se dilatan en el mismo momento de comenzar la combustión de la pólvora e inmediatamente que la presión disminuye se comienzan a contraer haciendo posible su expulsión. Si una vaina se quedara en su medida máxima tras el disparo sería imposible extraerla de la recámara sin que empleáramos medios de empuje contrarios desde la boca del cañón, pues el sellado que hacen de las recamaras es absoluto siempre que el resto de componentes de ese disparo estén bien dosificados para el calibre y la recamara en cuestión.

Vamos a empezar en lo que considero que fue el primer paso para comenzar a pensar en los cartuchos como hoy día les conocemos. Y creo que para ello es preciso conocer el “inicio” y sus predecesores.

A partir de 1807 se comenzaron a usar armas de percusión en detrimento de las hasta entonces modernísimas armas de chispa. Las armas de percusión ya permitían mantener la pólvora seca gracias a que, por un lado, el proyectil habitualmente era ayudado por un trozo de cuero o tela que lo envolvía llamado “calepino” y que servía para ajustar el proyectil al ánima como hoy lo haría un “sabot” (fijaos si tiene años el invento del sabot y algunas marcas lo anuncian hoy día como el invento del siglo); y por otro lado, un pistón ajustado en la chimenea mantenían el propelente relativamente a resguardo de los elementos. Hasta entonces disparar con una fina lluvia un arma de chispa era labor casi imposible. Ahora ya solo la inmersión del arma en el agua podía humedecerla.

Estas armas no llevaban vaina tal como la conocemos hoy. El mismo cañón hacia la función de vaina; es entonces cuando comienzan a conocerse los revólveres de pistón y este es en realidad el paso que lleva a desarrollar la vaina. Los revólveres, muy parecidos a los de hoy, se cargaban de la siguiente manera.

El tambor no era taladrado hasta atrás,  sino que en la parte trasera llevaba la chimenea mediante la cual el pistón comunicaba el fuego al propelente:



La pólvora se le introducía por la parte delantera y se sellaba con el proyectil:


 
A continuación se ponía el pistón en la parte de la chimenea y quedaba listo para disparar:


Podríamos decir que eran vainas reutilizables infinidad de veces. El problema era que que una vez disparadas había que volver a “recargar” la vaina completamente, con la pérdida de tiempo que eso conlleva. Pensad si hoy día un policía saliera con un revolver con 6 balas y después de usarlas tuviera que recargarlas para volver a disparar el revolver. Más o menos esto es lo que ocurría entonces, además de que, aunque habían mejorado, no eran completamente estancas y que ya comenzaban los problemas de la acción-reacción que tenemos hoy en muchas armas, es decir, la fuerza de la detonación que salía por el agujero de la chimenea destrozaba de tal manera el pistón que no eran pocas las veces que se metía en el mecanismo del arma inutilizándola. Aquí ya se comenzaron a fabricar los primeros cartuchos propiamente dichos, que no eran más que un papel nitrado para que encendiera muy bien que contenía la dosis de pólvora y el proyectil dentro de él. Unos se introducían por la boca como la avancarga pura y otros dieron comienzo a la retorcarga. El rifle Sharps fue uno de los precursores en cargar por atrás. Era una vaina de papel que contenía la pólvora y el proyectil y se metía en recámara:


A continuación, el bloque al subir cortaba la parte trasera del papel, y un pistón colocado en la chimenea hacia de iniciador:
En ese momento, ya algunos adelantados a su tiempo, como Lefacheux en Europa o Daniel Wesson y Horace Smith en los nuevos Estados Unidos, comenzaron a pensar en taladrar ese tambor y hacer los cartuchos individuales y completos.  La solución mejor adaptada fue la de Smith & Wesson que concibe el primer cartucho como ya lo conocemos. Debido a la patente que tenía sobre ese tipo de cartucho hizo que los demás fabricantes no pudieran usar ese sitema de retrocarga y se dedicaron a mejorar sus sistemas hasta el año 1972 en el que ya pusieron en el mercado verdaderos sistemas de retrocarga. En el entretanto, Remington, usando una nueva configuración, saca el primer sistema de retrocarga realmente efectivo; tan efectivo que a dia de hoy sigue siendo el sitema más seguro conocido.

Y aquí, después de todo este ladrillo, comienza en realidad este reportaje. ¿Os habéis aburrido?. Lo siento, cerrad esta ventana y ya no os molesto más. A los que queráis seguir leyéndome, vamos a comenzar a hablar de cerrojos reales.

Este es el sistema de Remington, llamado Rolling block, o bloque de rodillos:



Aquí veis por qué se llama así; son dos rodillos superpuestos de tal manera que cuando se acciona uno el otro queda totalmente imposibilitado de funcionar y viceversa:

Como veis, si abro la recámara impide que el martillo pueda abatirse:





Y al contrario, si comienza a abatirse el martillo es totalmente imposible que se abra la recámara:

Este sistema a dia de hoy sigue siendo el más seguro y fiable de cuantos existen, además de ser uno de los más ligeros y menos complicados mecánicamente, y tienen la friolera de más de 160 años.

Como decía, en el año 1873 caducan las patentes de S&W y entonces las casas más renombradas sacan sus armas de cartucho metálico. Vamos a ver el Colt:

Aquí lo que ha hecho es taladrar las antiguas recámaras de avancarga para poder meterles la vaina de atrás hacia adelante y a la vez ajustar el escudo trasero para dar la mejor sujección a la vaina e impedir en lo posible su movimiento:



Este revolver vio la luz en 1873; aun a dia de hoy no ahí ningún revolver que aporte nada novedoso sobre éste, excepto la rapidez de carga. Pero en cuanto a precisión y ajuste de vaina en tambor están en el mismo sitio que hace 152 años.

A la vez Winchester, que se había hecho con los servicios de Henry, así como con su diseño que llevaba mejorando y fabricando desde 1860, saca al mercado el Winchester 73 y aquí podemos hablar por primera vez (o casi) de un cerrojo movible de recarga rápida. Digo “o casi” porque como dije antes el rifle Henry primero y el Yellow Boy después, ya lo usaron antes de salir este modelo. Pero en ambos casos los rifles adolecían de un cerrojo totalmente funcional. El Henry no podía cargarse con demasiada potencia y el Yellow Boy sufría bastante en el cierre.

Este rifle viene con un cerrojo de palanca:

Al accionar la misma, la parte trasera del cerrojo desplazaba el percutor mientras una leva hacía subir la teja con un nuevo proyectil. El acerrojamiento se confiaba a un empujador provisto de un extractor:

Mientras que en el mecanismo llevaba una articulación de rodilla que en su posición de extendida era la encargada de soportar el empuje hacia atrás de la vaina al dispararse:

En este punto, y para no desarmar mi rifle, acudo a internet para poner una imagen gráfica de lo que intento decir.

Esta sería la posición de cerrado:

Se ve que la articulación esta rígida, y aquí se ve abierto y con la articulación doblada:

Como veis, un mecanismo sencillo muy rápido de recarga, adolecía en aquel momento de no poder recamararle para cartuchos de demasiada potencia. Ese problema se soluciona en el modelo 92 y 94 en los que se le añaden dos bloqueadores, uno a cada lado del cerrojo, que cuando se elevan encajan en unos vaciados de dicho cerrojo evitando de esta manera la posibilidad de apertura indeseada.

Aquí podemos ver las ranuras que comento:


Y aquí una vez ya bloqueadas:



El cerrojo en si, aunque aparenta ser diferente, es prácticamente el mismo terminado de otra manera :

Y cumple más o menos las mismas funciones que su predecesor.

Por otro lado, ya también se fabricaban cierres de báscula; lo mismo en escopetas que en rifles, estos cierres de báscula siguen siendo también hoy día los mismos que en aquellos años. Han podido cambiar estéticamente pero el cierre en si sigue siendo el mismo:




Un cañón que incorpora la recámara de la bala:

Y un soporte trasero o báscula para apoyar esa vaina. Aunque pudiera parecer que me repito no es así. Es que realmente nada nuevo se ha aportado tampoco a este tipo de cierre, es más, quizás me atrevería a decir que hemos retrocedido. A día de hoy se fabrican infinidad de armas en serie, de cierre por báscula, que no tienen el ajuste exacto entre recámara-cartucho-báscula, como tenían hace más de 150 años en los cuales las armas eran terminadas a mano y con ajuste exquisito. También es cierto que en aquella época un arma era un artículo de lujo (no conviene dejarse influenciar por las películas) y a día de hoy cualquiera puede acceder a un arma.

Entre todas estas historias que os vengo contando, y que a alguno seguro no le interesan (supongo que esos ya han cerrado la página y gracias a Dios ya he dejado de molestarlos), llegamos al año 1898. Este año ha sido, junto al 1858 y al 1873, otro año en el que las armas dan un paso importante. En ese año Mauser saca el cerrojo modelo 98 y aunque anteriormente ya se habían fabricado algún cerrojo, ninguno de ellos fue lo suficientemente duradero ni importante como para hacer sombra a este 98. En ese cerrojo se han basado todos los cerrojos de rifles que se han fabricado hasta el día de hoy. En muchísimos casos usando el mismo sin variación y en otros realizándole cambios pero manteniendo la base de aquel 98.

Los que os pongo a continuación son varias versiones diferentes basadas en aquel cerrojo. Comenzamos por ésta que es la más parecida a la original:



Como veis, es un cerrojo de 2 tetones anchos y fuertes que encajan en las ranuras mecanizadas en la recámara:

Y mediante un giro se ajustan y bloquean la misma:

Este cerrojo en origen tenía los tetones del cerrojo que cubrían 180 grados de la circunferencia del mismo, y los mecanizados en la recámara cubrían los otros 180 grados de la circunferencia, por lo que cada tetón y cada anclaje tenía 90 grados. De de esta manera la maneta del cerrojo debía de realizar un movimiento de 90 grados para encajar perfectamente. Esto, que en los primeros años y en las armas militares no suponía ningún tipo de traba, pues lo importante era la funcionalidad, si que empezó a ser un obstáculo en la vida civil en el momento que a los rifles se les comenzaron a poner visores sobre la acción. El problema era que el excesivo grado de movimiento de la maneta hacía que no se pudiera colocar el visor en las posiciones deseadas pues esta tropezaba con él, lo que obligaba, o bien a ponerlo demasaido adelantado para un disparo rápido, o demasiado alto, lo que obligaba a una postura no cómoda para el tirador. Aquí es donde comienzan las mejoras introducidas en las armas en el siglo XX, y a esto dedicamos otro capitulo pues ya el ordenador me comienza a decir que tiene que mover mucha memoria. Asi que pasamos al siguiente capítulo, aun estáis a tiempo de cerrar y no volver a abrir para no seguir aguantándome.
 

Jamin

- Ver artículo relacionado: Una visión de cierres y cerrojos (2ª parte - Cierres del siglo XX)


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