La elección del rifle, del calibre y de los cartuchos esta estrechamente ligada al conocimiento de los fenómenos balísticos

En comparación con los componentes propios de las escopetas de cañones lisos, los parámetros de las armas de cañones rayados son muy diferentes y complejos, tanto por las distancias que se alcanzan (mucho mayores) como por la variedad de calibres actualmente presentes en el mercado. Los factores que entran en juego se toman en consideración en otros artículos, incluyendo las tablas de tiro relativas a las armas más difundidas entre los deportistas que cazan grandes ungulados.

La trayectoria

Desde el momento en que el percutor golpea la cápsula del cartucho, la bala que corre por el interior del cañón aumenta de velocidad progresivamente y de modo exponencial, gracias, en parte, a los gases en expansión y al estriado del cañón.

Pero cuando el proyectil sale del cañón, encuentra la resistencia del aire y la fuerza de la gravedad; aunque no existe ya una fuerza de empuje, el movimiento continúa por inercia, pero la resistencia del aire ralentiza la velocidad del proyectil y la fuerza de la gravedad tiende a hacer descender su trayectoria.

La consecuencia de todo ello es el hecho de que el proyectil, una vez ha dejado el cañón, no traza una línea recta en el aire, sino que dibuja un parábola, más o menos acentuada según sea su peso, la velocidad inicial, el calibre y otros elementos diversos.

Dado que la fuerza de la gravedad es constante y es posible calcular el tiempo que se precisa para cubrir la distancia hasta el objetivo, se pueden compilar tablas detalladas de tiro que describen la trayectoria del proyectil, desde el cañón hasta el blanco. Sabiendo leer estas tablas, el cazador puede aprovechar los resultados que en ellas aparecen, con la posibilidad, además, de extender el radio de acción de su propia arma.

El punto de neutralización

El eje del cañón no coincide nunca con el del eje de mira, que en general está constituido por el visor telescópico, situado a 7-8 cm sobre el je del cañón. El conocimiento de la distancia existente entre la línea de mira y el eje del cañón en el punto de expulsión del proyectil es esencial para calcular el punto de neutralización, el cual, naturalmente, varía según los calibres. Las tablas de tiro proporcionan estos datos y los puntos de neutralización medios (pincha aquí para ver tabla balística).

Basándose en  estos parámetros, calculados sobre distancias estándar, el cazador deberá adoptar las oportunas modificaciones, levantando o bajando la línea de mira. Se trata de un cálculo mental que, después de un mínimo de experiencia, no presenta dificultad alguna. De todos modos, se debe considerar el peso del plomo y la carga del cartucho, factores que generan variaciones bastante significativas, incluso en un mismo calibre.

La parábola

Mientras que la línea de mira es una recta que comienza en el visor telescópico y prosigue hasta el blanco, la trayectoria del proyectil describe, como ya hemos dicho, una parábola. Es decir, la trayectoria recorrida viaja inicialmente por encima de la línea de mira y posteriormente por debajo.

Los puntos de encuentro entre estas dos líneas son tan sólo dos: la boca del cañón y el punto de neutralización.

La línea de mira está formada por una recta ideal que parte de la mira telescópica y llega hasta el blanco

Se trata de un concepto simple pero importante, que se puede ejemplificar de la siguiente manera: cuando se dice que el cazador ha “ajustado” su rifle para una distancia, supongamos, de 200 m, esto significa que la parábola que describa el proyectil se mantendrá por encima de la línea de mira hasta ese punto, donde la línea de mira y la trayectoria del proyectil se encontrarán, mientras que pasado ese punto la trayectoria del proyectil pasará por debajo de la línea de mira, y divergirá cada vez más de ésta a medida que aumente la distancia.

En la caza

Obviamente, todos estos elementos balísticos deben traducirse en términos cinegéticos, por lo que vamos a considerar qué sucede cuando el retículo de la mira o visor telescópico encuadra la pieza.

Supongamos que el cazador dispone de un rifle ajustado a 200 m; a partir de las pruebas y de la colimación efectuadas en el campo de tiro, sabe que a 200 m la línea de mira intercepta la trayectoria del proyectil; en la práctica, el punto indicado por la cruz de la retícula del visor es el mismo en el que terminará la bala (a 200 m), y los datos de las tablas de tiro, relativas al calibre, a la carga y al peso del proyectil, confirmarán esta trayectoria.

Pero el animal puede encontrarse a más o a menos de 200 m, por lo que es muy importante valorar, con la máxima precisión, las distancias efectivas. Si ésta, por ejemplo, es de cerca de 150 m, el tiro deberá dirigirse ligeramente más abajo; la cuantificación de esta medida, que de cualquier forma es de pocos centímetros, se puede deducir a partir de los parámetros indicados en las tablas de tiro, o bien, mucho más simplemente, a partir de la experiencia de las pruebas efectuadas. Si, en cambio, se calcula que la distancia respecto al blanco es de unos 300 m, será preciso apuntar a un punto que se encuentre unas decenas de centímetros más arriba del blanco, porque una vez superados los 200 m, que en nuestro caso hipotético constituyen el punto de neutralización, la trayectoria del proyectil pasa por debajo de la línea de mira. Este “levantamiento” (10 o más centímetros) se podrá calcular mediante las tablas de tiro.

Trayectoria y parábola de una bala de arma rayada

Otros factores

Sin embargo, los elementos que se han considerado hasta ahora no son los únicos, ya que, además, entran en juego los factores atmosféricos y emotivos.

En el ejemplo citado anteriormente, parece claro que a distancias inferiores respecto al ajuste del rifle, la posición del punto de mira difiere del orden de pocos centímetros, pero más allá de 200 m (distancia considerada siempre como ejemplo) la variación es más amplia. Ello se debe a la resistencia del aire, a la fuerza del viento y al peso del proyectil, así como a su forma y capacidad de penetración en el aire. Otros elementos que deben valorarse son el viento transversal y la depresión que se crea cuando la trayectoria atraviesa un valle o encuentra corrientes de aire ascensionales; en estos casos un proyectil pesado experimentará un cambio de trayectoria inferior respecto a un proyectil más ligero y, en consecuencia, más lento.

En estos casos, al no existir ni reglas ni tablas de tiro, al ser cada situación distinta de otra, sólo podemos basarnos en la experiencia. En condiciones atmosféricas adversas, los cambios de trayectoria pueden alcanzar valores de 40-50 cm, y si los ignoramos, lo único que hacemos es aumentar enormemente las posibilidades de error.

El límite

Cuando el proyectil supera el punto de neutralización, la parábola de la trayectoria comienza a descender gradualmente, aun manteniendo todavía una notable fuerza de impacto. El cazador debe conocer el límite de su arma, o mejor dicho, hasta dónde llegará el recorrido del proyectil y, por otra parte, el alcance útil, es decir, la distancia dentro de la cual el proyectil provoca lesiones letales, entre otras cosas, por evidentes razones de seguridad. El alcance útil, que obviamente se encuentra en relación con el calibre, puede superar los 500 m, aunque las posibilidades de que un tiro que supere los 400 m toque en el blanco son escasas.