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El adiestramiento del perro de caza: la búsqueda

El adiestramiento del perro de caza: la búsqueda

Enviado por Tuslances.com el 26-05-2015

El perro de muestra debe percibir la emanación del animal directamente en el viento; es esencial explorar el terreno con racionalidad y con espíritu de adaptación al medio.
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La busca es el método que lleva al perro al descubrimiento de la pieza. El instinto natural se racionaliza con el adiestramiento.

La gran pasión cinegética y el instinto natural impulsan al pero de muestra a explotar metódicamente el terreno de caza; este comportamiento es espontáneo y se inscribe en su papel de cazador, pero en el ámbito de la colaboración con el hombre la acción debe finalizar con la aproximación a la presa, dentro ya del radio de acción del arma.

Por esta razón, la búsqueda, es decir, el método mediante el cual el perro busca al animal, deberá racionalizarse de manera que el perro explore la mayor cantidad de terreno posible, sin por ello perder el contacto con el cazador.

Resolver este compromiso (que no es fácil) es el cometido del adiestrador. Es él quien deberá animar la pasión cinegética del perro, secundarlo en su estilo y en su instinto natural, pero haciéndole comprender al mismo tiempo la importancia del continuo y esencial contacto con el hombre y el arma.

La adaptación

Uno de los errores más comunes de entre los que se cometen durante el adiestramiento, es obligar al perro a realizar un tipo de búsqueda independientemente de la morfología del terreno, error que a menudo se evidencia en las pruebas cinófilas, donde todo se resuelve en los pocos minutos que dura el turno.

Es decir, si un galope veloz e impetuoso se revela eficaz en campo abierto, no lo es tanto en un bosque o en la espesura de la vegetación; en consecuencia, cada terreno requiere un tipo específico de búsqueda, y el perro debe adaptar su acción a estas características ambientales, y no al contrario. Muy a menudo se ven adiestradores que educan al perro para la gran  busca en prados y terrenos abiertos, descuidando orillas y bosquecillos, justamente donde las condiciones ambientales podrían obligar al animal a refugiarse.

En definitiva, la tipología del terreno y los hábitos de la pieza deben tener prioridad absoluta en la busca, renunciando acaso al galope veloz y poderoso, para privilegiar una búsqueda racional y atenta, que no descuide ninguna parte del terreno útil.

Razas y terrenos

De ello se desprende que cada raza da su mejor rendimiento en un terreno específico y para una presa determinada.

Las razas inglesas, por ejemplo, galopadoras por excelencia, son adecuadas para la busca en terreno abierto y llano, donde saben sacar partido a las velocidades sostenidas, típicas de su raza.

El setter gordon también es un excelente auxiliar para la caza en el bosque, y aun siendo un óptimo galopador, se adapta perfectamente a un tipo de caza más reflexiva y metódica. El perdiguero de Burgos, el spinone y el braco se adaptan a varios terrenos, pero su típico proceder al trote les hace particularmente útiles en los ambientes ricos en vegetación espesa.

Las razas alemanas, en particular el kurzhaar, son tal vez poco espectaculares, pero difícilmente se saltan una presa, gracias a una busca metódica y racional, casi científica; los drahthaar y los grifones se adaptan muy bien a los terrenos más difíciles, incluidas las zonas pantanosas y húmedas.

Setter galopando velozmente en busca de la pieza

En el adiestramiento es preciso tener en cuenta estas prerrogativas genéticas e intentar no forzar mucho al perro cuando se encuentra en un terreno que no es el más propicio.

Estos conceptos deben guiar la elección de la raza en base a los terrenos de caza preferidos, aunque la relación entre la raza y el terreno no debe nunca entenderse en sentido absoluto; el perro es un animal dúctil, disponible y capaz de realizar la búsqueda por amor a su amo sobre cualquier terreno, con buenos resultados.

El adiestramiento

La enseñanza específica de la busca puede realizarse tan sólo cuando el perro conozca ya las órdenes fundamentales del adiestramiento, particularmente la orden “tierra” y el sonido del silbato. El perro no puede saber hasta qué punto proseguir la carrera y cuándo cambiar de dirección; tan sólo la orden impartida con el silbato podrá guiarlo durante esta acción.

La obediencia y la corrección serán necesarias para que el auxiliar no salga en ningún momento del control visual del conductor.

Habiendo comprobado la dirección del viento, el adiestrador lanzará al perro contra el viento; después que el animal haya recorrido un cierto tramo de terreno, será preciso dirigirlo primeramente a la derecha y luego a la izquierda, o viceversa, dado que no siempre es posible galopar con el viento bueno.

Todo ello deberá realizarse sin seguirlo y haciéndole recorrer tramos de unos 50-60 m, o, mejor, de una longitud adaptada al tipo de terreno.

También el adiestrador tiene su papel, avanzando generalmente hacia el centro, en una dirección perpendicular a la marcha del perro y señalando cada cambio de dirección deseado, al menos inicialmente, con un golpe de silbato acompañado por un gesto de la mano en la dirección deseada. Posteriormente el perro actuará de forma autónoma.

Para aprender la busca, el perro de caza debe conocer las órdenes fundamentales del adiestramiento

Si se utilizan dos perros, será preciso evitar que uno siga al otro; es necesario hacerles proceder en direcciones opuestas hasta el momento en que ambos inviertan el sentido de la marcha y se encuentren galopando uno hacia el otro; cuando se encuentren, se intercambiarán el área de exploración, aumentando de este modo las posibilidades de encontrar un rastro determinado. Naturalmente, como ya se ha subrayado, será la tipología del terreno la que determine el tipo de busca; en la llanura y en espacios abiertos, donde el cazador puede seguir con la mirada al perro, y la vegetación es muy baja, será útil una búsqueda amplia y veloz: mucho terreno explorado en el menor tiempo posible, con pasadas largas y progresiva.

En los campos de maíz, en las viñas y en los rastrojos, todo ello vendrá facilitado por la geometría de los cultivos; el perro recorrerá por orden las hileras, una a una, hasta explorarlos completamente.

En el bosque y en los pantanos, donde no se pueden seguir reglas precisas, la exploración deberá dirigirse hacia todos los posibles escondrijos de la presa.

La búsqueda cruzada

Por el modo de recibir la emanación del animal, directamente del viento, a menudo el perro se ve obligado a realizar la busca cruzada, un sistema frecuentemente innato en los sujetos de buena raza.

Para el adiestramiento elegiremos un área determinada de caza sobre un terreno abierto y nos dispondremos con el viento de frente, haciendo tomar al perro la posición “tierra”. Se le indica luego una dirección con el brazo de modo que recorra un tramo de terreno, formando un ángulo de 90º respecto a la dirección del viento. Cuando el perro ha llegado al límite extremo del área establecida, se le invita a proseguir en la dirección opuesta, llamándolo enérgicamente. Si el perro se gira para invertir la dirección de marcha antes de alcanzar el límite establecido, el adiestrador le debe ordenar inmediatamente “tierra”; luego le alcanzará y le hará volver a partir nuevamente en la dirección deseada.

El adiestramiento de la búsqueda debe concluir con la muestra

Nariz al viento

Lo más importante, independientemente del tipo de busca, es que el reconocimiento se realice con la nariz en el viento, y nunca en el suelo. El perro debe buscar la emanación a través del aire y no a partir de los rastros que haya podido dejar el animal en el terreno; sólo así podrá explorar una mayor cantidad de territorio. Por esta razón es importante que la dirección de marcha sea siempre con el viento de cara, dado que justamente es en el aire donde las prodigiosas cualidades olfativas del perro percibirán la emanación. Sólo deberá seguir el rastro en el terreno en momentos `particulares de la busca, por ejemplo, poco antes del encuentro con la pieza; y, finalmente, se pondrá de muestra, con lo que concluirá su acción.

 


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