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La caza de la codorniz con perro de muestra

La caza de la codorniz con perro de muestra

Enviado por Tuslances.com el 16-07-2013

Se trata de la modalidad más adecuada para hacer las primera armas como cazador. Conjuga la relativa facilidad del tiro, el buen tiempo en que se practica su caza y la abundancia de ejemplares.
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Esta pequeña ave migratoria pasa el invierno en el norte de África, nos visita en gran número en primavera para anidar en nuestros cultivos y, tras la media veda, emprende viaje de nuevo hacia tierras más meridionales.

Se ha comprobado que las primeras bandadas que llegan a la Península Ibérica están constituidas por machos y que, al poco de arribar éstos, llegan las hembras, dispuestas a iniciar la reproducción.

Dónde encontrarlas

Los métodos tradicionales de captura de la especie, entre los que se cuenta el antaño tan extendido de la caza con red y con reclamo, casi no se usan en la actualidad. Con este antiguo sistema se hacia volar las codornices mediante una palmada para que quedasen enganchadas en una pequeña red extendida a tal efecto.

El sistema de caza más habitual es el que se practica con la ayuda de un perro de muestra.

Generalmente las codornices se cazan entre los rastrojos de cereal (trigo, cebada o centeno), aunque también pueden ser localmente abundantes en terrenos de riego en los que se cultivan plantas como la patata, la remolacha, el algodón y la alfalfa, e incluso en zonas de vegetación natural como son los eriales, los tomillares, etc.

Los campos de cereal o de alfalfa son lugares ideales para la caza de la codorniz con perro

Las codornices pasan el día refugiadas de los calores estivales junto a arroyos y otros lugares que les proporcionan sombra y tranquilidad. Salen al atardecer en dirección a los cultivos para comer y regresan a su zona a la salida del sol.

Mejores momentos para cazarlas

La caza de la codorniz con perro se efectúa al amanecer, hasta que el sol comienza a calentar y la fatiga de los perros auxiliares obliga a un descanso, o al atardecer, cuando las codornices van a los campos de cultivo y la bajada de la temperatura mejora el rendimiento de los perros.

Elección del perro

Hay muchos tipos de perros que pueden llegar a cazar bien la codorniz, pero entre ellos los más apreciados por los cazadores son los perros de muestra, que convierten esta modalidad de caza en una de las más bonitas e interesantes por la espectacularidad de sus posturas.

Para cazar codornices en nuestras latitudes, los perros deben reunir una serie de requisitos, como la resistencia al calor y a la falta de agua, no tener el pelo excesivamente largo y poseer una buena nariz. El resto de las condiciones pueden adquirirlas conforme van aprendiendo este tipo de caza. Un buen perro perdiguero deberá cazar a la mano, hacer muestras firmes y tener la boca blanda, para no estropear las piezas en el momento del cobro.

En los cultivos de tallo alto, como el maíz, o en los campos incultos y enmarañados, los perros se fatigan tratando de seguir a las aves: éstas, volando sobre dicha vegetación, se mueven con más facilidad que los perros.

Las razas más empleadas son el pointer, cuya nariz y la espectacularidad de sus muestras son las virtudes más destacadas, el braco alemán, el drahthaar, el perdiguero de Burgos, el setter y el bretón. Cada una de ellas tiene ventajas e inconvenientes respecto a las demás, pero todas poseen la capacidad de mostrar la pieza de caza, que en esta modalidad de caza es lo más buscado.

Pueden señalarse como ejemplos de inconvenientes que la excesiva fogosidad del drahthaar puede llevarlo a tener boca dura, y que el setter no es un ejemplo de resistencia con temperaturas elevadas; pero todas las razas citadas son muy adecuadas, y dentro del colectivo de cazadores cuentan con numerosos partidarios.

El pequeño tamaño de la codorniz y la finura de su carne hacen que algunos ejemplares no lleguen a la percha, porque pueden inducir a los perros a comerlas en vez de cobrarlas, por muy bien adiestrados que esté.

Vuelo rasante

La codorniz, como todas las gallináceas, es dada a huir a la carrera. Cuando levanta el vuelo, lo normal es que lo haga muy rasante, sobre todo si trata de una hembra o de un macho viejo, y rara vez realiza vuelos de más de 250 metros. Ello hace muy importante que los perros estén bien enseñados y no corran inmediatamente tras la pieza, pues sería muy difícil disparar sin herirlos.

Cuándo cazarlas

Las fechas de apertura de la media veda o temporada de la codorniz vienen determinadas en buena medida por la recolección del cereal, que no se realiza simultáneamente en todas las Comunidades españolas. Así, por ejemplo, cuando en Andalucía comienza la cosecha, apenas han nacido las plantas en la cornisa cantábrica; consecuentemente, las fechas han de ser muy diferentes de unos lugares a otros.

Si la temporada comienza demasiado pronto, es frecuente que los pollitos todavía no vuelen y que los perros estropeen nidadas enteras. Por el contrario, si la apertura se efectúa demasiado tarde, la mayoría de las codornices ya habrán emprendido viaje hacia sus cuarteles de invierno, y los cazadores verían así frustradas sus aspiraciones.

De lo anterior se deduce la importancia de que la Administración elija bien las fechas por comarcas, valorando meticulosamente el estado de las siembras y la fecha de puesta de las hembras. En este sentido cabe comentar que la codorniz puede realizar una segunda puesta, generalmente menos nutrida, si los resultados de la primera no han sido buenos debido a las condiciones climáticas o a otras causas.

Paciencia

Lo comentado hasta ahora vale para la caza habitual de la codorniz con perro, pero esta ave, como todas las migratorias, tiene el encanto de lo desconocido: cuando todo está preparado y pensado para pasar una estupenda jornada dedicada a su caza, puede ser que las codornices no estén donde “deberían estar”. Los cambios de clima les hacen mudar de querencias, y en los años secos las aves no comparecen en los terrenos de secano, pero abundan en las frescas vegas de los ríos. Por el contrario, un año de aguas les hará ocupar extensos páramos semidesérticos, y en los regadíos no habrá quien cobre una sola pieza. Pero esto, que no es difícil de predecir, con la codorniz falla también y no hay regla fija.

Por otro lado, lo dicho acerca de la facilidad del tiro se vuelve falso cuando hay que salir tras las aves en un día fresco y con viento. Se presenta una caza muy distinta, con animales que vuelan lejos y que hacen difícil el disparo, precisamente por lo lejano, inesperado y rápido del vuelo.

El estado de la población

La situación actual de las poblaciones de codorniz es globalmente estable, aunque presenta importantes variaciones locales en función de las campañas.

Hasta 1975 la codorniz acostumbraba a llegar en primavera a la península Ibérica en gran número y de forma bastante regular, pero desde entonces da la impresión de que la llegada de estas aves se ha hecho más irregular.

Se han barajado muchas hipótesis para explicarlo. En un principio se habló de capturas masivas de codornices mediante redes colocadas en la zona del estrecho de Gibraltar, aprovechando la migración; ahora apenas se emplea ese tipo de captura, por lo que habría que investigar otras causas.

En la actualidad se cree que los terrenos aptos para la cría de la codorniz son mucho más abundantes ahora que hace unas décadas, y los efectivos de la especie, en función del clima reinante durante la campaña, optan por unos u otros lugares. Incluso en sus cuarteles de invierno en el norte de África, las cosas han cambiado: hoy en día existen fértiles valles con cultivos de regadío que constituyen un hábitat óptimo para la cría de las codornices, lo que hace que muchos ejemplares ya no nos visiten.

El mejor equipo

Para esta modalidad de caza conviene llevar una indumentaria cómoda de verano y unas botas fuertes.

Como el tiro no es dificultoso y se realiza a corta distancia, es preferible el empleo de escopetas de cañón cilíndrico, o al menos no muy cerrado. Se deberá llevar munición de poco gramaje –con lo que se disminuye notablemente el retroceso- y perdigón del número 10 o del 11, conocido como mostacilla (por aquello de que es munición con perdigones del tamaño de una semilla de mostaza).

Aunque el calibre más extendido y práctico para todas las modalidades de caza es el 12, es muy frecuente para la codorniz el empleo de calibres más pequeños. Entre estos, el más usado es el 20, con el que basta para abatir estas pequeñas aves. Además, el menor peso del arma hace más llevadera la jornada de caza.


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