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Mantenimiento de escopetas y rifles

Mantenimiento de escopetas y rifles

Enviado por Tuslances.com el 21-09-2013

Limpiar una escopeta y prevenir los fenómenos de oxidación requiere unos pocos minutos, los suficientes para mantener el arma en perfecto estado de conservación.
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Después de una jornada de caza, todo buen cazador dedica un poco de su tiempo libre a un auténtico rito: la limpieza y manutención de la escopeta.

Los restos de fulminante y de pólvora de los cartuchos pueden provocar fenómenos de oxidación y, por tanto, deben eliminarse inmediatamente para evitar que la escopeta se deteriore.

La primera y más elemental de las reglas para realizar esta operación es la seguridad. El consejo de cerciorarse siempre de que el arma no está cargada podría parecer superfluo pero, si consideramos el altísimo número de accidentes que se producen durante las operaciones de limpieza de un arma, veremos que no es así.

Es también obligatorio poner las armas y el equipo fuera del alcance de los niños y de personas inexpertas: con las armas no se juega, y todas las llamadas a la prudencia ni están de más, ni son excesivas.

Cómo limpiar las armas lisas

En cualquier armería se puede encontrar el equipo necesario para limpiar una escopeta de cañones de ánima lisa; se trata de conjuntos sencillos, que ocupan poco espacio y contienen todos los escobillones y gratas necesarios, con baquetas desmontables que permiten llegar a cualquier punto del interior de los cañones.

Junto con este equipo es necesario comprar el adecuado aerosol de aceite específico o bien aceite de vaselina.

Las operaciones que se deben realizar son muy simples: se fija en el extremo de la baqueta una grata de alambre de acero o de bronce (mejor si antes se sumerge en petróleo), y se pasa dicha grata varias veces por el interior de los cañones; luego se pasa un trapo blanco y seco para comprobar que se ha eliminado toda al huella de oxidación y, si es necesario, se limpia a continuación con el escobillón de crin.

Finalmente, se pasa un escobillón de lana o algodón, impregnado en aceite de vaselina o en un lubricante adecuado. Estas operaciones requieren sólo unos poco minutos y, si se realizan regularmente, mantienen la escopeta a la perfección.

En casos límite o cuando ha pasado mucho tiempo desde la ultima vez que se ha limpiado la escopeta, es necesario, antes de realizar las operaciones descritas, desmontar los cañones y lavarlos cuidadosamente en agua caliente o alcohol desnaturalizado.

Todas las partes externas de la escopeta (báscula, gatillo, etc.) requieren en cambio una limpieza menos esmerada: solamente es necesario pasar un pincel, para eliminar cualquier residuo de polvo de los disparos, y depositar unas gotas de aceite en los orificios de los percutores y en las partes móviles.

Para la manutención de la parte exterior de los cañones y de la culata, es suficiente pasar un paño ligeramente engrasado.

El “picado”

Cuando decimos que el cañón de una escopeta está picado nos referimos a todos los fenómenos de corrosión provocados por las escorias y por los residuos de pólvora que se adhieren a la superficie interna de los cañones; éstos deben ser eliminados inmediatamente para que el arma esté siempre en perfectas condiciones.

Los fenómenos de erosión y corrosión que ocurren en el interior de los cañones, no se deben solamente a la combustión de la pólvora y del fulminante, sino también de las partículas que deja el plomo al pasar y a los agentes atmosféricos, principalmente la humedad.

Por esta razón es necesario limpiar rápidamente la escopeta, al volver de la jornada de caza.

En cañones viejos que presenten muchas porosidades de escoria, la zona más afectada es el cono de unión entre el ánima y la recámara; en esta zona la limpieza con las gratas y escobillones debe ser especialmente cuidadosa para eliminar todos los residuos e impedir que ésos hagan mella en el acero.

En el mantenimiento se pueden apreciar las diferencias entre cazadores: hay unos que, aunque poseyendo una escopeta desde hace tiempo, parece que tengan un arma siempre nueva y otros que, tras una sola temporada de caza, han logrado que su arma parezca un hierro viejo.

Ni siquiera el empleo de perdigones niquelados resuelve, como algunos creen, el problema de las picaduras porque este revestimiento protector también deja huellas en el interior de los cañones; el único recurso eficaz que limita en gran medida los residuos metálicos son los recubrimientos de platico con que están dotados la mayor parte de los cartuchos que actualmente se comercializan.

Dos o tres días después de haber limpiado la escopeta, es mejor eliminar la capa de lubrificante que ha quedado en el interior del ánima para evitar la llamada post-corrosión. Este tipo de corrosión es debida a los mismos factores que se han descrito anteriormente y se diferencia de la corrosión superficial únicamente por el tiempo que tarda en manifestarse.

Es necesario precisar que –dando por supuesto una limpieza cuidadosa- el acabado y la dureza de los cañones que se producen actualmente garantizan una mayor protección frente a los fenómenos de corrosión.

Limpieza de armas rayadas

El mantenimiento de los rifles requiere unos cuidados distintos que los de las escopetas paralelas, superpuestas o semiautomáticas. Esto se debe a que las presiones internas en un cañón de ánima rayada alcanzan valores más elevados, generando altas temperaturas con consecuencias obviamente negativas.

Como ya se ha dicho en relación a las escopetas de ánima lisa, los fenómenos que con el tiempo pueden perjudicar el rendimiento del arma son tres: desgaste, erosión y corrosión.

En el caso del cañón rayado tales fenómenos se acentúan mucho más, por varias razones: el proyectil, presionando sobre el rayado, se deforma y se refriega violentamente contra el acero interno del cañón; los gránulos de pólvora dejan residuos de combustión que son proyectados con violencia en el interior del cañón, arrancando cada vez alguna partícula de éste; la pólvora, finalmente, en su proceso de transformación en gas propulsor, produce una lenta pero inexorable acción corrosiva.

A todo ello se debe añadir la estratificación de los residuos de la combustión, con la laminación producida por las presiones particularmente elevadas, y la fusión de las partículas del metal que reviste al proyectil.

A cada disparo, la bala pasa sobre estos residuos, los allana y los esparce por el rayado; aunque de manera infinitesimal, el diámetro interno del cañón disminuye poco a poco, y cada nueva bala que se dispara aumenta el factor de rozamiento. He aquí por qué la limpieza escrupulosa del cañón, es absolutamente necesaria y hay que realizarla frecuentemente.

Una baqueta metálica o de madera, un poco de algodón, gratas diversas (de crin o de bronce), un poco de grasa y aceite detergente: éste es el equipo necesario para la manutención o mantenimiento de las armas rayadas. La limpieza se realiza del mismo modo que la mencionada para las escopetas de ánima lisa, pero con la salvedad de desplazar siempre la grata y los escobillones desde la recámara hacia la boca de salida y nunca en dirección contraria, para evitar graves daños por la acumulación a modo de embudo de materiales cerca de la recámara. Estos residuos se eliminan con disolventes específicos o con pasta abrasiva adecuada para dicha finalidad.

Ojo a la herrumbre

Las escopetas de la última generación están tratadas de forma que se evita la oxidación. Tras muchas temporadas de caza, sin embargo, es posible apreciar en las armas viejas incrustaciones de herrumbre.

La báscula y los cañones son las partes más expuestas a este peligro.

En esos casos es absolutamente necesario evitar el uso del papel de lija o de otros abrasivos que deteriorarían aún más el arma. La mejor solución es llevar la escopeta a un armero de confianza, o bien, proceder personalmente a la delicada operación de limpieza utilizando exclusivamente productos adecuados.

 

 


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  • #1 aficionado

    es necesario desmontar el gatillo en las semiautomaticas una vez acabada la temporada y si es muy complicado su limpieza interior

    10/10/2013 16:28

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