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La caza de la tórtola

La caza de la tórtola

Enviado por Tuslances.com el 31-07-2012

Los aficionados a la caza de la tórtola, que en muchos aspectos es bastante interesante y comprometida, no son tantos como antaño en España, en buena medida porque los efectivos las poblaciones de tórtolas han descendido de manera notoria, habiendo cambiado además sus pautas de comportamiento habitual.
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Los aficionados a la caza de la tórtola, que en muchos aspectos es bastante interesante y comprometida, no son tantos como antaño en España, en buena medida porque los efectivos las poblaciones de tórtolas han descendido de manera notoria, habiendo cambiado además sus pautas de comportamiento habitual.

Efectivamente son numerosas las tórtolas que vuelan por los cielos españoles; pare de estas nidifican en nuestro país y otra buena parte están de paso. Sin embargo, antaño tenían pasos fijos en algunas zonas del occidente ibérico (fundamentalmente Extremadura), y hoy se han hecho asiduas de las plantaciones de girasol de otros puntos de la Península.

El Paso

Las tórtolas llegan a España en primavera, durante el mes de mayo; pasan el verano en los campos cultivados de la península y vuelven a partir hacia las costas africanas entre finales de agosto y principios de septiembre, según las condiciones climáticas.

El primer paso migratorio no afecta al ámbito cinegético, por cuanto se produce con la temporada de caza cerrada. En el pasado, especialmente en las regiones meridionales, se practicaban las famosas “cacerías en el mar”, es decir, esperando en los litorales las llegada de las aves, al final de su travesía. En la actualidad esta caza ya no se permite, de esta manera sólo resta la caza de tórtolas practicada antes de que los animales abandonen el país.

En los últimos años la apertura de la temporada se suele llevar a cabo en la segunda quincena de agosto, dependiendo de la comunidad autónoma. El cierre suele ser en septiembre, bien a mediados o a finales, dependiendo de la región.

En la actualidad, el descenso acusado de tórtolas ha provocado un debate en el seno de los cazadores y fuera de él. Algunos científicos y conservacionistas estiman que la tórtola se debería vedar, al menos temporalmente, dado el acusado declive de su población. Los cazadores han aceptado de buen grado una reducción de días hábiles, así como de la cantidad de tórtolas abatidas por día y cazador.

Alta tensión

La caza de la tórtola requiere en primer lugar un gran conocimiento del territorio; se trata de un animal de costumbres muy fijas, y que elige únicamente zonas con unas características precisas. El hecho que en algunos lugares haya muchas tórtolas y en otros –aparentemente de características similares_ no se encuentra siquiera una, no es casual; en estos últimos falta con toda seguridad algún elemento esencial para la vida y la alimentación del animal.

El reconocimiento, por parte del cazador, se convierte de esta manera en muy importante, especialmente cuando no se conoce bien la zona, pero también para localizar los lugares que suelen preferir las tórtolas. Por otra parte, puede suceder que el ave cambie de “residencia” de una temporada a otra, por ejemplo tras un cambio en el tipo de cultivos de la zona.

Recorriendo los caminos rurales, el cazador deberá concentrar su atención en los tendidos eléctricos, sobre todo tras el crepúsculo y por la mañana, ya que las tórtolas se sirven mucho de este posadero artificial. Después de este primer examen, somero pero indicativo, se deberá proceder a una observación más detallada, cuya finalidad es determinar las principales zonas de paso de las aves.

Horarios fijos

En la caza de la tórtola no se puede prescindir de los horarios fijos que el ave sigue con rigurosa puntualidad. Casi se podría ajustar el reloj en relación con los traslados cotidianos de la tórtola.

Son dos los momentos en los que el animal sale del bosque para ir a comer, casi siempre en los mismos campos cultivados: el alba y el crepúsculo. También es regular el horario de acceso al agua para abrevarse, y el regreso entre los árboles en las horas más cálidas.

Naturalmente, la práctica cinegética se debe adecuar a estos horarios, entre otras cosas porque las posibilidades de tirar a una tórtola encontrada casualmente son muy escasas. Por lo tanto, es preciso trasladarse a los puntos en los que se presume la llegada o el paso del animal.

En consecuencia, existen buenas posibilidades si nos situamos entre los matorrales del bosque en que las aves pasan las horas más cálidas del día. También se puede imitar el canto de la tórtola (con los reclamos de boca), para provocar la curiosidad de las aves y hacerlas descender a tiro. O bien nos podemos acercar con silencio y cautela a los lugares de pasto (viñedos, olivares o campos de girasoles) e intentar sorprender a las tórtolas cuando levantan el vuelo. Aún mejor es localizar los pequeños cursos de agua a los que se trasladan las aves con puntualidad cronométrica. O incluso esperar, en un apostadero improvisado, el regreso de las tórtolas a su bosque habitual.

El ambiente

Después de las observaciones previas, no es difícil trazar una descripción precisa del hábitat frecuentado por la tórtola. En primer lugar, debe presentar el clásico bosquecillo, es decir una zona con vegetación arbórea densa que pueda ofrecer abrigo a las aves durante la noche y en las horas más cálidas del día.

También es necesario un campo cultivado; la tórtola gusta especialmente de semillas, mijo y grano en general, y elige únicamente las zonas en las que esta comida es abundante y al alcance de su pico: campos de trigo, olivares, viñedos y, especialmente, campos de girasoles, son sus preferidos.

Pero sobre todo debe haber agua. Este elemento es indispensable para la tórtola, y es imposible encontrar esta ave en lugares carentes de cursos de agua o de instalaciones de irrigación, preferiblemente muy cercanos a los campos cultivados.

Los observadores más atentos observarán además que el animal elige siempre puntos en los que hay árboles en las orillas del agua; la tórtola se posa en ellos antes de bajar hasta el agua, observando en torno a ella con gran prudencia y circunspección. Una “debilidad” que los cazadores expertos saben aprovechar plenamente.

La anticipación

La tórtola posee un vuelo ágil y muy veloz, con rápidos movimientos de las alas con los que se sitúa fuera de tiro en un instante; en consecuencia el disparo es extremadamente complicado y requiere reflejos muy rápidos por parte del cazador.

En general se usan cartuchos cargados con plomos bastante pequeños y escopetas del calibre 12; de todos modos, muchos aficionados prefieren disparar con yuxtapuestas o bien con semiautomáticas más “ligeras”, empleando el calibre 16 o el 20.

Pero lo mas importante es la anticipación. Es decir, es preciso disparar a un punto situado en el lugar en que se encontrará el ave cuando llegue el plomeo de los perdigones. Es fácil de decir, pero es bastante difícil de poner en práctica; la fama de la tórtola de “robacartuchos” se debe a que muy a menudo logra eludir los disparos. Las cosas son un poco más sencillas cuando se practica la caza a la espera, en los márgenes del “campo de aterrizaje”, o bien en un escondrijo improvisado o simplemente detrás de un seto.

En el momento en el que las tórtolas llegan es preciso no precipitarse, pero tampoco se debe dejar que se posen en los rastrojos en los que luego se esconden; el tiro útil debe coincidir con el momento en que las aves ralentizan y frenan su vuelo. De cualquier modo, el porcentaje de tiros que dan en el blanco es muy bajo.

 

 


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  • #1 Paco Fernandez

    Magnifico y muy interesante el reportaje. Gracias

    20/08/2014 11:08

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