Un ilustre cinófilo italiano sostenía que a un perro de caza “sólo le falta la razón para ser perfecto; está desinteresado por todo aquello que le sería de provecho: vive, trabaja, sufre y muere sólo para y por el hombre”.

Con estas palabras, Vecchio iniciaba su obra en 1899, sabiendo centrar con notable eficacia los principios sobre los que se basa el adiestramiento. Todavía hoy, estos principios son válidos e indican hasta qué punto es posible guiar el instinto del perro, de manera que sus cualidades se adapten a las exigencias del cazador.

El dressage (así se denomina el adiestramiento) es un arte que requiere una gran sensibilidad, porque cada perro tiene un carácter concreto y sólo secundándolo se pueden obtener buenos resultados. Las coerciones y las imposiciones casi siempre llevan al fracaso.

El dueño del perro probablemente sea el adiestrador ideal, porque conoce mejor que nadie el carácter de su auxiliar.

Cinofilia y caza

Antesde iniciar el adiestramiento, es importante tener muy claro si lo que se desea es tener un perfecto representante de la raza o bien un buen auxiliar para la actividad cinegética. Cinofilia y caza son intereses que conviven, pero que muy a menudo tienen finalidades distintas, porque también serán distintas las cualidades que se demanden al perro. Puede ocurrir que un buen perro de muestra sea perfecto para la caza, pero que no sea adecuado para pruebas de trabajo o concursos de belleza, y viceversa, debido al tipo de entrenamiento al que se le ha sometido.

En las pruebas de trabajo, el perro tiene que demostrar, en uno o varios turnos de pocas decenas de minutos, sus capacidades; por lo tanto, el adiestrador se habrá orientado para evidenciar en poco tiempo todas las cualidades del animal, a excepción de la resistencia y la tenacidad, elementos indispensables en la caza.

En los concursos cinófilos de trabajo, para poder emitir un juicio son relevantes los distintos tipos de paso y de carrera, que deben corresponder con los diversos estándares de raza; en lo que respecta a la práctica cinegética, lo importante es que el perro se mueva con inteligencia.

Un momento de una prueba de trabajo. En pocos minutos de cada turno, el perro debe demostrar todas sus cualidades.

Otro ejemplo se refiere al cobro. En las pruebas destinadas a los “ingleses” (pointer y setter), no es determinante para emitir un juicio; al contrario, en la caza, esta cualidad es especialmente considerada y nada marginal.

Éstas son algunas de las numerosas diferencias entre pruebas de trabajo y caza; no obstante, entra ambas actividades existen coincidencias: se requiere un buen olfato, una búsqueda al viento, una muestra óptima y una guía precisa. Por lo tanto, si los cazadores que inscriben su perro en una prueba no obtienen el éxito esperado, no deben asombrarse: los criterios de valoración muy a menudo no coinciden con las cualidades que se requieren en la actividad cinegética; e incluso, si en los pocos minutos de turno de nuestro perro no ha podido dar lo mejor de sí mismo, esto no quita que sea un óptimo auxiliar .

Terminología

En esta parte introductoria del adiestramiento se presenta un pequeño glosario para facilitar la comprensión de las distintas fases de dicha actividad.

- Búsqueda: este término indica el modo en que el perro busca la pieza o, mejor, sigue el rastro oloroso dejado por el animal sobre el terreno.

- Efluvio o emanación: así se define el olor que dejan las piezas de caza, un fluido imperceptible que sólo la sensible nariz del perro logra percibir y que el hombre no puede notar. Es importante que el auxiliar busque y siga este rastro en el suelo o al viento. Según el tipo de caza que se practique.

- Búsqueda cruzada: es el método con el que el perro busca el efluvio. Con el viento de cara, el animal debe proceder con un ángulo de 90 grados respecto a la dirección del viento; cuando alcanza el límite del terreno, debe invertir la dirección y volver hacia atrás, repitiendo dicho proceder a lo largo del terreno. Es la manera más racional de recorrer la mayor parte de terreno posible.

- Muestra a patrón: indica la colaboración (instintiva o aprendida) existente entre dos perros durante la caza. Cuando uno de los perros muestra la pieza, el segundo, aun sin llegar a advertir el efluvio, bloquea su acción para no originar ningún tipo de interferencia.

- Muestra: así se llama la parada inmediata del perro en el momento en que alcanza el contacto olfativo con la pieza; de esta manera el auxiliar debe reprimir su instinto de agresión o de persecución, sobre todo cuando se levanta la pieza y a continuación sigue el disparo.

- Guía: tras la muestra, sucede con cierta frecuencia que la pieza se aleja apeonando; el perro debe guiar entonces al cazador, siguiendo el rastro sin perder el contacto olfativo.

- Cobro: es la acción en la que el pero, tras seguir con la vista la trayectoria de la pieza hasta que cae en el suelo o en el agua, se lanza a recogerla y la lleva hasta el cazador.

- Tierra o “down”: esta voz, acompañada con un gesto del adiestrador, debe inducir al perro a pararse inmediatamente en el punto en el que se encuentra, echándose sobre el suelo con las patas estiradas hacia delante.

- Sentado o “sit”: también esta voz, junto con un gesto del adiestrador, debe inducir al perro a obedecer, sentándose sobre el suelo y permaneciendo en dicha posición hasta una nueva orden.

En el adiestramiento y en las pruebas de trabajo, es esencial orientar la acción del perro en sentido contrario a la dirección del viento. De esta manera el perro podrá captar mejor el olor de las piezas.

Cómo se empieza

El perro de caza tiene, como es natural, un instinto cinegético mucho más desarrollado que los otros tipos de perros. El trabajo del adiestrador se ve por ello muy facilitado, pues consiste sólo en guiar y controlar dicho instinto. Es necesario proceder paso a paso, empezando con un adiestramiento de “corral” (con el perro sujeto) para luego pasar a las enseñanzas sobre el terreno.

Sólo con un método gradual y exento de cualquier tipo de violencia se consiguen resultados halagüeños. Precisamente por ello es aconsejable (siempre que sea posible) que el papel de adiestrador lo lleve a cabo el propio cazador. Esto no quita que un cazador pueda llevar su pero a la “escuela” de un buen criador, para luego recogerlo cuando haya aprendido las reglas principales. Pero téngase en cuenta que durante el adiestramiento se crea una fuerte relación entre dos seres vivos (perro y hombre), y el entendimiento que se llega a crear comprende también aspectos emocionales y afectivos por ambas partes. Por lo tanto, no hay nada mejor que realizar personalmente el adiestramiento del propio perro.

Sea cual fuere la solución elegida (adiestramiento directo o realizado por un dresseur), la fase preliminar debe tener como unto de partida), ante todo, el carácter del perro. Cada auxiliar tiene sus propias características: existen ejemplares de temperamento rebelde, otros testarudos, algunos indiferentes a los castigos o a las llamadas, y otros tímidos y asustadizos, que se acobardan con cada reprimenda. El adiestrador debe captar estos factores y realizar su trabajo con paciencia, tenacidad y, sobre todo, sin coerciones.