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¡Zánganos! (II)

¡Zánganos! (II)

Enviado por Antonio Mata el 08-07-2011

Si le pongo el consabido (II) a estas letras no es sino porque tiempo ha −el tiempo corre que se las pela− ya escribiera otras letras, similares a éstas, a propósito de una tan indecente como multimillonaria subvención que le otorgara nuestro, mejor suyo, Ministerio de Industria a las excelencias artísticas de unos cocineros, ilustres como la Ministro, que hacían ‘arte’ desestructurando la tortilla de patatas y ‘creando’ espuma de la espina de un rape. ¡Ahí es na! Que conste, aunque no venga mucho a cuanto, que si yo no soy un periodisto, ella, ni ninguna, no es una ministra, sino una ministro.
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Si le pongo el consabido (II) a estas letras no es sino porque tiempo ha −el tiempo corre que se las pela− ya escribiera otras letras, similares a éstas, a propósito de una tan indecente como multimillonaria subvención que le otorgara nuestro, mejor suyo, Ministerio de Industria a las excelencias artísticas de unos cocineros, ilustres como la Ministro, que hacían ‘arte’ desestructurando la tortilla de patatas y ‘creando’ espuma de la espina de un rape. ¡Ahí es na! Que conste, aunque no venga mucho a cuanto, que si yo no soy un periodisto, ella, ni ninguna, no es una ministra, sino una ministro.

¡Estamos tocando el fondo!, que hubiera dicho Celaya. Estamos tocando el fondo, que no de la crisis, como intentan hacernos creer, sino el de la cloaca de un sistema o, mejor, de una forma de gestionar un sistema, que a chorros se desangra.

Por doquier surgen escándalos, corruptelas y corrupciones (de las de muchos millones) protagonizadas por los que, desde aquellos tiempos de bonanza, se instalaron en el pesebre y decidieron vivir a costa de los impuestos de los sufridos pagadores, léase parados, también a millones. Entonces, en los citados tiempos de alboroque, en los que todo era lícito y nadie sacaba a bailar a la más fea, apenas se notaba un quíteme allá unos cuantos milloncejos de euros. Pero ahora, en estos tiempos en los que se ordeñan hasta las piedras, los que viven del subsidio las van a pasar canutas y se van a agarrar a los clavos de un Santo Cristo en llamas. Y, claro, los cohechos y las podredumbres van a aflorar a la superficie –están aflorando ya– como flotan las boñigas cuando el cieno se remueve. Quizá, que nunca se sabe, también tenga algo que ver el presumible cambio que se avecina y que ya se está materializando tras el ‘desastre de Annual’, léase 22-M.

La tabla de multiplicar por el 17 nos está costando los riñones y una parte muy sustanciosa del hígado y del páncreas. Las, a bote pronto, más de 150 consejerías que dirigen las taifas de nuestro suelo patrio, expanden exponencialmente las soldadas y estipendios improductivos generando una caterva de bon vivants, a los que es tremendamente difícil apear de la burra, sobre todo porque conocen a fondo las gallinejas y los entresijos de este chauvinista galimatías y saben muy bien como descerrajarle los higaditos.

Y, claro, y aquí es donde quería llegar tras todo este cincurloquio, cuando la vaca se harta de dar leche y tiene las tetas más escurrías que la despensa un gitano, toda este tropel de chupópteros abrazafarolas (por favor, no me lo digan que sé muy bien a quien estoy imitando) no dudan en recurrir a las peores patrañas para seguir encima de la citada burra y arrear a diestro y siniestro a todo lo que se menea en contra de sus cuentas de resultados. De lo de la SGAE ni hablamos, ya desafinan sus guitarras por sí solas. Pero de los que han estado trincando, y están y estarán, de momento, a costa del patrimonio natural y amparados bajo el ala del dichoso proteccionismo de las especies, a esos sí que hay que arrearles, desde nuestros medios y metafóricamente, con la vara en las costillas.

Hace mucho tiempo que, algunos, de una forma u de otra, lo veníamos, como mínimo, comentando, por no decir denunciando. Pero como lo nuestro es clamar en el desierto, jamás se nos ha hecho ni un ápice de puñetero caso. ¡Pues aquí está! Y no es sino la punta de un iceberg que, el día que reviente en múltiples icebergcitos, se van a llevar por delante a unos cuantos Titanic. Directores, técnicos, funcionarios, y otros allegados al banquete, se han visto implicados en este primer caso que ha salido a la luz de tráfico de especies protegidas desde las mismísimas tripas de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía y, como ya se ha comentado, al amparo de la protección y cría en cautividad de una de las especies más emblemáticas del conservacionismo, el águila imperial ibérica. El día que se levante la estera en busca de los gusarapos de otra de estas especies, más emblemática aún, e infinitamente más costosa, igual en lugar de gusarapos nos encontramos con auténticos dinosaurios del Cretácico, voraces tiranosaurios rex y taimados y traidores velociraptores capaces de devorar a sus propios monstruos.

¡Ojo, qué no todos son iguales! ¡Qué nadie me malinterprete que hay mucha gente por ahí, mucha, haciendo un trabajo ímprobo que, además, les está costando los cuartos de su bolsillo! Lo sé y los conozco. Pero, precisamente esos que se ensañan con lo nuestro, con la caza, esos profetas de lo más rancio del mil veces subvencionado absurdo proteccionismo, son los que, a la vista está, e imputados están, han utilizado tan noble idea para lucrarse, poniendo en tela de juicio a los que de verdad se rompen los cuernos en el intento.

Y, por subvencionar que no quede, aquí, y según denuncia la asociación de jóvenes Adecap Gazteak, se ha subvencionado hasta a los acusados, convictos y encarcelados (eso sí presuntos) por ecoterrorismo, nuestros ‘queridos amigos’ de Equanimalia que, según sus propias opiniones en sus propias páginas de Internet, nos tachan, además de asesinos y de ejecutores, de ‘cobardes con exceso de testiculina’. Subvencionados y en la cárcel. Presumo de respetar todas las ideas, incluso las más peregrinas –que cada uno haga con las suyas lo que crea menester, dentro de la más estricta legalidad y respeto a las de los demás– pero lo que sí tengo muy claro es que, tanto éstos, como los otros, como los de más allá, si se declara, judicialmente, ilegal su actividad, iban a devolver uno a uno hasta el último céntimo. Y a los que les han concedido la subvención se les iban a quitar las ganas de volver a conceder alguna otra con mis, nuestros, impuestos.

Resulta, cuanto menos curioso, que desde unas páginas que presumen, al menos por su título, de libre pensamiento, un ínclito ciudadano (del que me da grima hasta escribir su nombre y eso que el no duda en vilipendiar el mío) tenga la desfachatez de excrementarse en todo los que huela a caza, echándonos encima, con saña, a sus acólitos y denigrando, incluso, nuestras páginas de opinión. En las suyas, las del ‘pensamiento libre’, defiende y justifica a capa y espada a los que, de momento, están en la cárcel aunque sea por presuntos. Respeto todas las ideas, insisto (como ruego, exijo, que se respeten las mías y las de los míos), pero sólo con pensar que ciertos individuos campan, delinquen y se forran con mis impuestos… se me revuelve el mondongo. Y más aún me lo revuelven los que han provocado que lleguemos a este punto sin retorno.

«…Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan decir que somos quien somos…». ¡Panda zánganos!


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