Un año más allí estuvimos. La cita con las batidas de jabalí de Almogía es una fecha marcada en rojo en nuestro calendario cinegético. Son unos días de caza que nunca defraudan, y ello se debe al buen hacer y al esfuerzo que le dedica Juan José Jimémez, el verdadero artífice de que todo salga tan bien. 

Los resultados de este año han sido los siguientes:  

Jueves 7 de noviembre: 13 puestos - 1 jabalí con boca

Viernes 8 de noviembre: 16 puestos - 2 jabalíes con boca

Sábado 9 de noviembre: 52 puestos - 33 jabalíes (7 bocas)

Domingo 10 de noviembre: 43 puestos - 44 jabalíes (11 bocas)

Unos números que hablan por si sólos. Hay que recordar que se trata de finca abierta, lo cual da más mérito al hecho de que año tras año se repitan unos fantásticos resultados. Este año además, el viento, muy fuerte, hizo acto de presencia dificultando más si cabe las cosas.

Yo estuve cazando el domingo. Como todos los años, fui con mi padre. Un día de viento tremendo, pero llegamos al campo, al desayuno en la casa rural "Venta Las Palomas", con la ilusión de siempre. Esta casa rural está enclavada a tan solo 2 km de Almogía, junto a un precioso puente romano en pleno entorno rural. Un lugar perfecto para disfrutar de unos días de campo.

A las 08:30 ya estábamos allí, y antes que nosotros ya había llegado nuestro amigo Mariano. Y también los Bravo, Emilio padre y Emilio hijo, una alegría verlos allí porque no los esperaba. Los conozco desde que tengo uso de razón, siempre hemos monteado juntos, y tenemos muchas batallitas en nuestro haber, inolvidables esos fines de semana de montería en Cazalla de la Sierra.

De izquierda a derecha: Los Bravo, Mariano, mi padre y yo

Durante el desayuno pudimos saludar a todos los amigos que allí coincidimos, entre ellos a los cántabros, que tampoco fallan a su cita anual con los jabalíes de Almogía. Qué grandes. 

En el sorteo me tocó el puesto nº2 de la armada de Moterroso. Casualmente justo al lado de Mariano, que le tocó el nº1. Así que nos fuimos juntos en el coche. Armada de cierre, fuimos los primeros en salir hacia nuestros puestos. 

Enfilamos todos los coches y directos a la armada. Dejamos el coche cerca, en un carril, y tuvimos que subir un pecho para llegar al puesto. Me tocó un tiradero muy bonito, pero soplaba mucho el aire. Preparamos los bártulos, acoplamos las sillas, el pincho.

En torno a las 11:30 escuchamos unos tiros por delante nuestra. Al poco, y en el testero de nuestra derecha, por un cerro  y corriendo de izquierda a derecha, vemos correr un cochino a más de 200 metros. Le tiro y nada, veo que se dirige hacia abajo y que va a cruzar el camino. Lo espero al cruzar el camino a unos 150 metros y le tiro dos tiros más. Joder se va. El puesto de al lado, el 3, escucho que le tira un par de tiros. A los 5 minutos, veo otro cochino, en el mismo cerro, pero esta vez entrando por la derecha, por un arroyo, cruza también el camino. Lo espero también al cruzar el camino y pum! veo que hace un extraño, pero sigue a la carrera. Me da tiempo a tirarle otro tiro antes de perderlo de vista. El puesto de al lado solo pega un tiro. ¿Se me han ido los dos? Vaya tela! El resto de la montería parecía por momentos que íbamos a volar del viento que hacía. Cuando se tapaba el sol con las nubes hacía un frío que pelaba. A mediación, escuchamos tiros por delante, procedente de otra armada y al rato vi pasar un cochino visto y no visto fuera de tiradero. Poco antes de terminar, escuchamos una ladra en el cerro de nuestra derecha, y vimos un cochino huyendo de los perros a más de 300 m. Estuvimos la verdad bastante entretenidos, porque había que estar muy pendiente a todo. 

Al finalizar la batida, me asomé para hablar con el del puesto de al lado y preguntarle por los dos cochinos que había tirado yo. Pero no estaba ya allí. Cuando bajaba al coche con mi padre estuvimos pisteando por si veíamos sangre. Y efectivamente la encontramos. Al menos uno de ellos iba tocado. Vimos sangre, trozos de carne y huesos. 

Cuando llegamos a la comida estuve buscando al del puesto de al lado pero no lo encontré. Pregunté a otro señor de la armada y me dijo que uno de nuestra armada había sacado de su coche 3 cochinos. Al verlos comprobé que dos de ellos se ajustaban mucho en tamaño a los que yo había tirado. Uno de ellos tenía una pata arrancada de un tiro, peferctamente podría ser el de los huesos y sangre que encontré en mi puesto. Y el otro tenía un tiro pegado en el jamón por el costado que yo le tiraba. Al día siguiente me informé y esos dos cochinos eran los que había tirado el del puesto de al lado, así que los dos iban tocados por mi. Eran dos hembras, de buen tamaño, y una de ellas tenía hasta algo de boca. 

A lado y lado del cochinete rubio, los dos que tiré. Al de la derecha se le puede ver el tiro en la pata. 

En definitiva, una montería muy entretenida, todos los monteros acabamos muy satisfechos y contentos, algunos ya estaban reservando puesto para el año que viene en algunas de la monterías del fin de semana. Eso habla muy bien de la gestión que se hace en estas fincas.

Unos días de caza magníficos, como todos los años. Un lujo poder asistir a estas cacerías. Desde aquí, una vez más, dar las gracias de corazón a Juan José y su familia por hacernos pasar un día de caza tan bueno y poder compartirlo con mi padre. Siempre atentos a los cazadores para que no nos faltara de nada. No se puede pedir más.

Para los nostálgicos y los que queráis ver cómo fueron estas cacerías en los últimos años, os dejo enlaces de los reportajes:

- Batidas de jabalí en Almogía 2018

- Batidas de jabalí en Almogía 2017

- Batidas de jabalí en Almogía 2016

- Batidas de jabalí en Almogía 2015

- Batidas de jabalí en Almogía 2014

- Batidas de jabalí en Almogía 2013

- Batidas de jabalí en Almogía 2012

Y aquí el resto de fotos:

Hasta el año que viene!!

Montero