Perdonad por la ausencia pero he estado de Willie Fogg hasta que el curso me ha terminado por atar a Málaga de vuelta a la rutina.
He leÃdo miles de cosas sobre la elección del reclamo, en todos los libros que conciernen a la práctica del reclamo, lo he oÃdo de boca de muchos ancianos reclamistas, de mi propio padre, pero precisamente de la persona con mejor ojo para los pájaros, que fue quien me regaló a mi Marqués, no he oÃdo ni mijita sobre el tema.
Es curioso que la mansedumbre llama mucho la atención de los jauleros en las primeras ojeadas. He oÃdo hasta cansarme la tÃpica historieta del pájaro bronco, que briega en casa y desilusiona al dueño hasta que llega al campo, se transforma y resulta ser un pájaro de categorÃa.
Coincido con Bokerini en cuanto al tamaño, yo siempre busco en mis pájaros una talla mediana, si hace falta tirando para lo bajo, con una buena cabeza y ciertas señales en el plumaje; la zona del cuello y hombros con un colorado más resaltado del tono mate de la espalda, la garganta lo más blanca inmaculada posible, los espejuelos sin difuminar ( que en ningún momento veáis en la pluma una mezcla entre marrón, blanco o negro)
El canto en el momento de la elección me resulta un dato a ignorar. Los mejores pájaros de los que tengo conocimiento rara vez han cantado en casa, salvo para callar a los demás cuando la guerra se torna molesta para el oÃdo. Si podemos tomar ese hipotético canto como muestra de la pureza de la perdiz, la melodÃa del reclamo delata aproximadamente las hibridaciones e impurezas, pero si no os desagrada la granja como a mà es un dato que tampoco os va a resultar necesario.
Nunca me han llamado la atención los pájaros muñequeros que se dejan manosear y hacer mil carantoñas en la jaula. Yo busco en el pájaro una actitud seria, cada uno tiene su espacio, y si invades el mÃo no permito demasiadas confianzas, mediante el pico o un ajeo.
A mà padre le han cautivado siempre los pájaros a los que ha visto afilarse el pico, pero la experiencia me ha demostrado que tampoco es un dato decisivo en la calidad de la perdiz.
Una perdiz que se muestra tranquila sin buscar salida puede tener mejores miras que otra que se altere con nuestra presencia, pero ¿ quién nos dice a qué trato están acostumbradas esas perdices?
Nosotros sabemos que las nuestras están o no acostumbradas al trasiego y la presencia humana constante, pero no podemos juzgar definitivamente a un animal que vemos por un instante sin saber qué ve el durante el resto del dÃa.
Mi impresión es que la elección de un pollo es demasiado instintivo como para marcar unas pautas. Siguiendo estas pautas podemos tener más opciones o mejor suerte, pero desde luego el que tiene ojo estoy seguro de que no tiene un "señalizador" de comportamiento, plumaje o canto exactos para escoger su perdiz.
Por eso yo principalmente busco la seriedad del pájaro, una talla no excesiva y las marcas del plumaje, pero está claro que el que sale bueno del huevo bueno va a ser por más que nos empecinemos en intentar clasificarlos para asegurarnos algo de éxito.
"Y sin hacer de la mentira bandera, tienes que saber que hay mucha gente que ni sabe, ni quiere, ni está preparada para la verdad, y sin mentir, hay veces que omitir la verdad es lo más conveniente.. ." RUBIO
Muchos cazadores hemos dedicado nuestro tiempo y esfuerzo y hemos dicho cada cosa de las perdices que si se enteraran nuestras mujeres nos reprocharÃan como la Celsa al Juan Gualberto, El Barbas: «¿Puede saberse qué tienen las perdices que no tenga yo?» Miguel Delibes
