Los restos de la cabra cuyo cadáver apareció ayer en Onís tras ser atacada por un lobo. / E. C.

A finales del mes pasado se abría la temporada de pastos de montaña, lo que ha hecho que durante estas últimas semanas las reses de los ganaderos asturianos en extensivo dejaran las explotaciones de los valles y el monte bajo para ser llevadas a los pastizales de los puertos y alimentarse de ellos durante los meses más cálidos del año. Este hecho, el de estas pequeñas trashumancias interiores de apenas unas decenas de kilómetros, hace que la visión de numerosos montes de la región cambie con la presencia de ganado vacuno, ovino y caprino en sus faldas. Pero esta época del año también genera preocupación a los pastores de la región. Y es que, es ahora cuando las reses se encuentran en el puerto, cuando comienza también la temporada en la que más daños sufre la cabaña regional a causa de la acción del lobo, como ha venido sucediendo en los pasados días. El último ataque tuvo lugar ayer mismo en el concejo de Onís. Pero es que durante estos cinco meses del año, solo en la comarca oriental, el cánido ha actuado ya, entre otros lugares, además de en Onís, en Amieva o Piloña, acabando con la vida de varias terneras y ovejas.

Pero esta situación no es nueva, sino que va en auge desde finales del siglo pasado. Hace apenas unas semanas entró en vigor el nuevo Plan del Lobo, un documento que se marca como finalidad «la conservación de la especie en el ámbito regional, manteniendo un nivel poblacional adecuado en el marco de la preservación de la población noroccidental ibérica de lobos en un estado de conservación favorable, compatible con el desarrollo de las explotaciones agrarias. De modo que la especie pueda llegar a ser un elemento al servicio del desarrollo rural y aceptada por la sociedad en su conjunto».

Un aspecto importante para determinar las acciones a adoptar sobre esta especie en la región son los datos de daños oficiales recogidos por la Consejería de Agroganadería y publicados por la Sociedad Asturiana de Estudios Económicos e Industriales (Sadei). La serie histórica abarca desde el año 2000 hasta el 2014, aunque desde el Sadei se especifica que las cifras del año pasado son aún provisionales, por lo que, una vez que se cierren, podrían experimentar una variación.

Lo que sí dejan patente estos datos es que durante la última década, tomando como base el año 2000 y el 2013 (el más próximo a la actualidad con datos definitivos), es que los daños del lobo a la ganadería certificados por la Administración regional se han disparado hasta duplicarse. Se ha pasado de 1.482 expedientes por reses muertas a causa del lobo en Asturias a los 2.959 de 2013, año en el que los ganaderos de los Picos de Europa dijeron 'basta' y se echaron a las calles para protestar ante el elevado número de ataques que estaban sufriendo sus animales. Unas protestas que tuvieron el respaldo del resto de profesionales del sector de la región, como pudo verse en la manifestación de noviembre de aquel año en Oviedo. Allí, cerca de 2.000 personas se concentraron ante la sede de la Presidencia del Principado exigiendo medidas reales para reducir los ataques.

Los ganaderos insisten en que lo que quieren es que sus reses no sean la comida de los cánidos, más allá de las indemnizaciones que otorga la Administración para compensar estas pérdidas, unos pagos que han pasado de los 392.785 euros del 2000, a los 1.035.498 euros del ejercicio de 2013.

Asentado

El incremento de estos daños puede estar vinculado al aumento de la población que reconoce el propio Principado en su Plan del Lobo, algo que sucede desde «1986» en el conjunto de la Península Ibérica y que ha permitido al cánido asentarse en territorios donde antes no estaba, como es el caso de la vertiente norte de los Picos de Europa.

En cuanto a los datos del 2014, aunque aún están sin cerrar, sí que dejan entrever un posible cambio de tendencia que se deberá confirmar en este 2015. La caída puede deberse a que los datos publicados en el Sadei aún no son definitivos y faltan por incluir nuevos expedientes, pero también a las acciones de control puestas en marcha por la Consejería de Agroganadería.

Durante el ejercicio de 2013 y los últimos tres meses de 2012 se abatieron 46 lobos. A estos hay que sumar la cifra de 2014, que no ha trascendido. Pero los efectos de estas actuaciones posiblemente tengan que ver en la reducción de los daños. Aún así, entre los ganaderos se asegura que las muertes que provoca el lobo a la ganadería son mayores que los reconocidos por el Principado, y lamentan que se sigan dando casos en los que no se reconozca que sus reses han sido matadas por el depredador y se atribuya su muerte a otras causas, como la de cánidos indeterminados.

FUENTE: ELCOMERCIO.ES