Cada vez son menos las monterías donde los participantes, una vez finalizada la jornada de caza, practican el ritual de «cucharada y paso atrás». Los peroles, en su mayoría en manos de cocineros expertas pero que no se dedican a ello profesionalmente, han sido sustituidos paulatinamente por la organización de banquetes y cátering especializados para evitar sanciones. El Ministerio de Trabajo y Seguridad Social ha extremado las inspecciones en las monterías para garantizar que quienes sirven estos ágapes sean profesionales, con sus registros sanitarios en regla y dados de alta para poder realizar dicha actividad. Esto ha supuesto el auge de las empresas especializadas en organización de eventos y banquetes, ya que los cátering se han disparado en los dos últimos años y en esta temporada está habiendo «más consultas y contrataciones», según las fuentes consultadas por ABC.

Los organizadores de monterías también han tomado nota y raros son aquellos que no contratan estos servicios. Así lo indica el responsable de Cinegética Los Barrancos, José Morillo-Velarde, quien señala que esta temporada la cerrará con 12 monterías y todas con un servicio de cátering contratado. «Es un gasto importante, el más cuantioso después del de las rehalas», indica este organizador, quien matiza que estos banquetes rondan entre el 20 y el 30 por ciento del gasto total de una montería. Dependiendo del precio que se pague por el puesto, varía el precio del menú, pero lo habitual es que los organizadores destinen entre 19 y 22 euros por persona a la hora de contratar el menú.

En caso de que haya una inspección de trabajo y quienes están al cargo de dar de comer a los cazadores estén en situación irregular, «los organizadores somos responsables subsidiarios si la cosa acaba en multa», indica Morillo-Velarde. Además, los organizadores de monterías recurren a empresas especializadas porque son las únicas que pueden emitir facturas y «nosotros tenemos que presentar esos gastos para que nos desgraven», indica el responsable de Cinegética Los Barrancos.

El gerente de Finca El Capricho, Rafael San Miguel, confirma que «este año está habiendo un poquito más de demada, con el asunto de las inspecciones de trabajo ha habido más movimiento y más consultas». Esta firma, que lleva desde 2009 sirviendo en las monterías, destaca la importacia de esta medida para atajar prácticas irregulares y la competencia desleal. 

«No se pueden hacer comidas en cualquier sitio, hay que tener un control y estar al día en el registro sanitario», indica San Miguel, quien señala que esta temporada, en los servicios prestados tanto en la provincia como fuera de ella, han tenido inspecciones de trabajo, donde se ha comprobado que los cocineros y camareros están contratados, dados de alta y que los organizadores tienen toda la documentación en regla.

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