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Detenido un furtivo acusado de abatir más de 200 sarrios y corzos

Detenido un furtivo acusado de abatir más de 200 sarrios y corzos

Enviado por montero el 28-02-2010

El Seprona (Servicio de Protección de la Naturaleza) de la Guardia Civil de Huesca hizo de CSI Pirineo en una innovadora investigación con la que, aplicando pruebas de balística y estudios genéticos, ha puesto a disposición judicial a un vecino de Vilaller (Lérida) acusado de haber abatido a más de 200 animales protegidos --principalmente sarrios y corzos-- en parajes protegidos del Pirineo central. La Guardia Civil sospecha que, además de cazar de forma furtiva, hacía de guía para otros monteros clandestinos, a los que cobraría varios miles de euros por situar las piezas al alcance de sus rifles.
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El Seprona (Servicio de Protección de la Naturaleza) de la Guardia Civil de Huesca hizo de CSI Pirineo en una innovadora investigación con la que, aplicando pruebas de balística y estudios genéticos, ha puesto a disposición judicial a un vecino de Vilaller (Lérida) acusado de haber abatido a más de 200 animales protegidos --principalmente sarrios y corzos-- en parajes protegidos del Pirineo central. La Guardia Civil sospecha que, además de cazar de forma furtiva, hacía de guía para otros monteros clandestinos, a los que cobraría varios miles de euros por situar las piezas al alcance de sus rifles.

Las pesquisas comenzaron en mayo del año pasado, cuando una patrulla del Seprona de Graus localizó el cadáver decapitado de un sarrio en Llauset, un paraje de Montanuy incluido en la zona de influencia del parque Posets-Maladeta. Los miembros del equipo de Huesca decidieron aplicar a un asunto de caza furtiva las técnicas criminalísticas con las que se indagan los homicidios.

Era la primera vez que se hacía una investigación de ese tipo en España. Y el resultado ha sido espectacular.

EL PROCESO El cadáver del sarrio fue trasladado a unas cámaras frigoríficas de la DGA para conservarlo antes de practicarle una necropsia en la que apareció una pequeña esquirla del proyectil con el que fue abatido, que fue enviada al Laboratorio de Criminalística de la Guardia Civil en Barcelona. El trozo de bala llevaba marcadas las rayas del cañón por el que había salido, lo que permitiría identificar el arma que la disparó.

Los miembros del Seprona sospechaban que el furtivo podía ser un vecino de Vilaller, por lo que pidieron al juez de Barbastro una autorización para requisar las armas que tuviera a su nombre. La orden les permitió enviar a Barcelona un rifle monotiro Blaser, otro Browning y un cañón intercambiable. Los especialistas en balística de la Guardia Civil confirmaron unos meses después que la bala había salido por el cañón del primer artefacto.

Sin embargo, antes de detenerlo, los investigadores decidieron pedir una nueva prueba para terminar de atar la investigación: buscar la cabeza del sarrio para cotejar su perfil genético con el del cuerpo hallado en Llauset. El juez lo autorizó y cursó una orden de registro para el domicilio de A. C. G.

REGISTRO La inspección pulverizó las expectativas de los guardias civiles: hallaron trece cabezas de sarrio y cuatro de corzo --siete de ellas, almacenadas en una arqueta, eran de animales que no llevaban dos semanas muertos--, un rifle y un cargador semiautomático sin papeles, cartuchería que no corresponde a las armas intervenidas --sospechan que puede disponer de otras ocultas-- y más de 180 fotos en papel y más de 300 en soporte digital en las que el detenido aparece con corzos y sarrios recién abatidos en diferentes parajes. A los miembros del Seprona, que trata de identificar los lugares y a los acompañantes para imputarlos, les llamó la atención que guardara en una lata más de 200 vainas de proyectiles ya disparados. También disponía de varios visores y miras telescópicas.

La Guardia Civil, que sitúa el radio de acción de A. C. G. --de 56 años-- en las comarcas oscenses de la Ribagorza y el Sobrarbe y en la leridana del Valle de Arán, destacaron el alto conocimiento del monte del detenido.

Los investigadores sospechan que la caza furtiva es una de las vías de ingresos de A. C. G., ya que su vida laboral es algo inestable. De hecho, tan solo trabaja dos o tres meses al año como empleado en la hostelería.

Foto: Miguel García

FUENTE: El Periódico de Aragón


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