Los pescadores deportivos podrán volver el próximo año a recoger miñoca en una zona acotada para este fin en la orilla norte de la ría. La presidenta de la agrupación de mariscadoras de a pie de San Telmo, Marina Buceta, confirmó ayer las negociaciones con el gremio de mareantes con el objetivo de consensuar un espacio que ponga fin a la prohibición absoluta que existió este año. La designación de un lugar específico para que el común de los vecinos pueda recoger miñocas para la pesca figurará en la propuesta de plan de explotación de la ría que analizará la Consellería do Mar. De prosperar la iniciativa, la medida entrará en vigor el 1 de enero. En principio, todo parece indicar que se contará con el visto bueno de la Administración autonómica, que suele aprobar sin apenas cambios las propuestas de plan de explotación procedentes de los pósitos.

Las mariscadoras valoran la posibilidad de acotar la parcela de la playa para la pesca deportiva o en O Ameixal, en Campelo, o en Ostreira, en Combarro. La decisión todavía no está tomada, pero tendrá que ser un entorno donde la actividad de los pescadores no entre en conflicto con la explotación marisquera del banco en cuestión. Según Buceta, existe voluntad de entendimiento entre las dos partes y dio el acuerdo por seguro de cara al plan del 2013.

La presidenta de las mariscadoras de a pie de Pontevedra añadió que su colectivo es sensible a las peticiones de los afectados, que ante la previsible prohibición de la recogida de miñoca en Lourizán se quedarían sin tener dónde retirar miñoca, si San Telmo no abre una zona específica. «Hai xente que vai ao bicho, xubilados e de ocio, que necesitan un lugar donde poder collelo e nos estamos dispostas a acondicionar un espazo con eles», concretó.

Las mariscadoras exigirán como contrapartida a los pescadores garantías de que los usuarios que se desplacen hasta el arenal se limitarán a coger miñoca y no marisco. El furtivismo fue precisamente la razón de que la cofradía prohibiese la recogida del gusano en Lourido este año.

FUENTE: LA VOZ DE GALICIA