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La llegada a León de las becadas desata pasiones entre la afición

La llegada a León de las becadas desata pasiones entre la afición

Enviado por Tuslances.com el 29-08-2011

Perdices chochas, becadas, arceas, sordas, pitorras... Todos estos nombres sirven para designar la misma ave. Se trata de una especie invernante que procede del centro y norte de Europa. Las primeras acostumbran a llegar a finales de octubre, pero el grueso entra en España dependiendo de la climatología. Cuando el aire polar congela las estepas nórdicas llegan a la Península Ibérica. Buscarán los humedales y las umbrías.
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Perdices chochas, becadas, arceas, sordas, pitorras... Todos estos nombres sirven para designar la misma ave. Se trata de una especie invernante que procede del centro y norte de Europa. Las primeras acostumbran a llegar a finales de octubre, pero el grueso entra en España dependiendo de la climatología. Cuando el aire polar congela las estepas nórdicas llegan a la Península Ibérica. Buscarán los humedales y las umbrías. Los sotos caducifolios de robles y hayas e, incluso, las choperas de ribera les sirven para refugiarse durante el día, ya que acostumbran a alimentarse durante la noche en los prados y pastizales, donde no les resulta difícil encontrar gusanos y lombrices utilizando su largo pico. Con la llegada de las pitorras dará comienzo una modalidad de caza que despierta verdaderas pasiones entre los aficionados leoneses. La becada resulta muy codiciada desde el punto de vista gastronómico, siendo una de las piezas cinegéticas más cotizadas en la siempre exquisita cocina vasca o cántabra. En León se la suele conocer con el nombre de chocha, perdiz o pitorra, debido a la longitud de su pico. Su hábitat es muy extenso, pues en años muy fríos puede llegar hasta regiones situadas en el centro y sur de España, aunque normalmente se la cace en las umbrías de la cordillera cantábrica, montes de León y sierras zamoranas y salmantinas. Su entrada coincide habitualmente con los primeros fríos ya que, salvo en contadas ocasiones, no anida en España. Si lo hace en las estepas rusas, en toda la Europa central y nórdica y en el archipiélago británico. Sus largas migraciones son un misterio. Así, se han cazado en Zamora ejemplares anillados en las proximidades de Moscú.

El primer refugio El paso hacia la Península lo realiza normalmente a través de los Pirineos, pero puede hacerlo directamente por la costa desde las Islas Británicas. Los bosques de la cordillera Cantábrica, en la fachada Atlántica, constituyen su primer refugio, pero cuando el frío y la nieve llegan a estas zonas bajará hacia el sur, colonizando los bosques de León hasta las sierras de La Cabrera, Béjar o La Culebra. Así, en Cantabria y Asturias se caza al principio de la temporada, pero en León es difícil encontrarla antes de mediados de noviembre. Cuando el frío aprieta de veras puede asentarse, de forma temporal, en las choperas de las riberas de los grandes ríos, siempre en zonas pantanosas con abundante vegetación y hojarasca. Así se la conoce perfectamente en toda la ribera del Esla, desde Planquinos a Villaquejida, si bien no entra todos los años.

Difícil de localizar A simple vista resulta muy difícil de localizar, pues incluso su vuelo irregular entre los árboles puede dar lugar a confusiones con el búho u otras rapaces nocturnas. La arcea, sin embargo, no se oculta entre las ramas, sino en el suelo, aprovechando la hojarasca y la hierba. Su alimentación la realiza a base de larvas e insectos, que consigue gracias a su largo pico que introduce entre la materia orgánica y el barro, detectando el alimento como si tuviese un rádar. Para cazarla se requieren perros de muestra muy bien adiestrados. Es preciso que el can aguante la postura durante el tiempo necesario para que el cazador se percate y se posicione de forma adecuada. Dado que suele permanecer en zonas de vegetación muy espesa durante el día, lo perros suelen ir provistos de un cascabel para que el cazador sepa en todo momento la posición del can. Si el cascabel deja de sonar es que el animal está «puesto», pero aun así resulta en ocasiones difícil de localizar. La afición llega a tal extremo que los cazadores franceses e italianos, que junto con los vascos y navarros sienten pasión por la becada, utilizan procedimientos de sofisticación extrema, dotando a los perros con pequeños emisores, sujetos al collar, que indican la posición y ayudan a su localización en la espesura. En los cotos de La Cabrera Alta y de la zona Norte es muy frecuente que asturianos y gallegos consigan acuerdos con los titulares para cazar de forma exclusiva esta ave. En las ultimas jornadas de caza se están abatiendo algunas becadas. En el provincial de caza se abatieron dos, pero en la comarca de Rueda, así como en los robledales del Porma están apareciendo con frecuencia. El grueso de estas aves, sin embargo, está por llegar.

 

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