Lo de la caza de patos y el Vedat de Silla parece este año una combinación imposible. "O un expediente X", como dicen ya muchos de los aficionados que han acudido a la localidad durante los dos primeros días de cacería de acuáticas sin conseguir, en ocasiones, "disparar ni un solo tiro". Al igual que ocurrió en el primer día de tirada, el segundo, celebrado el pasado sábado, fue también "desastroso" por la ausencia de caza. Y lo peor de todo es que, por mucho que se busque y se rebusque, nadie parece saber el motivo.
Al principio de este (ya) culebrón, tras el primer día de tirada, hubo quien llegó a acusar al jefe de los guardas del coto de espantar la cacera a propósito -supuestamente para favorecer a unos puestos de tiro frente a otros- e, incluso, se llegaron a colgar dos pancartas junto a las vías del tren en las que se hablaba de "estafa" y de "ladrones".
Ahora, sin embargo, ya no se buscan culpables entre las personas allegadas, de una forma u otra -cuidador, responsable o cazador-, al Vedat de Silla porque los propietarios de los puestos de tiro saben con certeza que nadie ha entrado de noche a los arrozales para asustar a los ánades. ¿Y cómo es posible que estén tan seguros? Pues porque muchos de ellos han estado pagando de su bolsillo, durante días, un servicio privado de vigilancia.
Como mínimo, durante las dos semanas transcurridas de la primera tirada a la segunda, cuatro hombres han patrullado sigilosamente los campos de arroz de Silla en busca de algún furtivo que intentase sabotear la cacería. No han conseguido sorprender a nadie y la cacera sigue sin aparecer los días en que está permitido disparar a las aves, así que las especulaciones y las hipótesis se han vuelto a desatar , aunque en esta ocasión sin ser tan personales ni tan inculpatorias.
Hay quien achaca la situación a la "inteligencia" de los patos, que "saben perfectamente que es día de caza" y que por eso no se acercan al vedado, sino que buscan terreno seguro en l'Albufera, sabedores de que allí nadie les disparará. Y hay también quien afirma que "aún no hace bastante frío" para que las aves se refugien en los campos de arroz del coto. Horas antes de que se abra cada jornada de caza, sin embargo, los terrenos están "repletos de aves", según el jefe de los guardas, José María Ríos, que ayer cifró en unos 20.000 los patos que durante la semana han comido en los arrozales. De hecho, el mismo sábado, de madrugada, "había caza", que voló al entrar los aficionados y que, contra todo pronóstico y costumbre, "ya no regresó durante el día".

Sospechas sobre los ecologistas
Así las cosas, la explicación que más circula de forma extraoficial es la que ya barajaron algunos cazadores tras el primer día de tirada: la existencia de un ahuyentador de radiofrecuencia que se activa en las jornadas de caza para evitar la muerte de los animales, tal vez "instalado por los mismos ecologistas que tiran arroz a los patos en la Mata del Fang para que no regresen" al vedado.De momento nadie ha hallado indicios de que este aparato exista, pero, por si acaso, varios de los cazadores ya han mostrado su interés en adquirir un inhibidor de frecuencias. Los hay que buscan posibles socios en la compra del artilugio -se lo propondrán a los propietarios de los puestos más cercanos al suyo- y quienes directamente aseguran que piensan adquirir uno "que elimine cualquier frecuencia en un radio de 15 kilómetros a la redonda".

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