La reintroducción de la cabra salvaje en el Pirineo comienza a ser una realidad. Desde el año 2014, se han liberado 95 ejemplares de cabra salvaje o herc en el Pirineo (39 machos y 56 hembras). La población ha ido aumentado y cada vez es más frecuente encontrar algunas en el Alt Pallars, concretamente en los municipios de Lladorre, Vall Cardós y Alins. La población más estable que hay en el Alt Pallars ya alcanzan a la treintena.

Este animal no está permitido cazarlo en Francia desde setiembre de 2012 pero en Catalunya es una especia cinegética, a pesar que actualmente su aprovechamiento no está previsto en la RNC del Alt Pallars. En un futuro, si la población está plenamente consolidada y hay muchos ejemplares estudiará la posibilidad de cazarlo. Un trofeo de este animal podría convertirse en una fuente de ingresos para el territorio.

Marc Garriga, director del Parc Natural del Alt Pirineu, ha explicado que la observación de este animal se puede convertir en un recurso turístico el territorio.

Un técnico y un guarda de la Reserva Nacional de Caza del Alt Pirineu vigilando la presencia de la cabra salvaje. (Marta Lluvich / ACN)

Los técnicos han observado que en invierno, prácticamente todos los ejemplares vuelven a Francia para las características del terreno pero de cara a la primavera y el verano, bastantes ejemplares vuelven al Alt Pallars.

El proyecto de reintroducción de este animal está liderado por el Parc Natural Pyrenées Ariégeoises (PNPA), vertiente francesa de la Reserva Nacional de Caza del Alt Palllars (RNCAP), y cuenta con la colaboración en materia de control y gestión entre la Reserva Nacional de Caza del Alt Pallars, el Parc natural del Alt Pirineu y el cuerpo de Agents Rurals.

La cabra o herc, hasta el comienzo del siglo XX, compartía hábitat con el rebeco, ocupando los lugares más altos y accidentados de la cadena montañosa. Esta cabra es muy arisca y poco gregaria. Antiguamente tenía una ponderación gastronómica importante entre los habitantes del territorio.

Se trata de una especie tan peculiar que no se prevé que entre en conflicto con los intereses del sector agrícola y ganadero del territorio. En verano habita en zonas rocosas y acantilados, espacios poco frecuentados por ovejas, vacas o caballos. Los técnicos de la reserva subrayan que todos los ejemplares han estado saneados para evitar la transmisión de enfermedades a la ganadería. L’herc, en cambio, cohabita con excursionistas dado que no es nada arisco.