En 1996, tras la masacre de Port Arthur en Tasmania en la que Martin Bryant mató a 35 personas, el Primer Ministro conservador John Howard prohibió las armas cortas y largas con  un amplio consenso político mediante el National Firearms Agreement.  

Para sacar de circulación las armas, las autoridades llevaron a cabo un programa de recompra y una amnistía para los propietarios de armas ilegales por lo que en  los 2 primeros años de prohibición fueron retiradas 640.381 armas de fuego personales.

Actualmente la tasa de posesión de armas de fuego es de 15 por cada 100 personas.

Los datos que demuestran el fracaso de la prohibición

Según un estudio publicado por el ”Dutch Ministry of Security and Justice” en 2011 Australia  e Inglaterra, donde también están prohibidas las armas, tienen las tasas más altas de robos, ataques sexuales y ataques con violencia entre los 17 principales países industrializados.

En 2001-2002, según el Australian Institute of Criminology los homicidios aumentaron un 20% respecto al año anterior.

El estudio señala que “Comparando con el año anterior, han habido algunos cambios notables en algunas de las caracteristicas  de los homicidios entre 2001 y 2002. El cambio más obvio ha sido el drástico incremento en ambos números de incidentes y víctimas de homicidio”. Solamente en Sydney, el índice de robo con armas aumentó 160% en 2001.

Desde la confiscación de armas hasta el 27 de Marzo del 2000 las cifras son las siguientes:

• Los homicidios con armas aumentaron un 19%
• Los robos a mano armada aumentaron un 69%
• Los allanamientos de morada aumentaron un 21%

En cambio, en los 15 años anteriores a la confiscación nacional de armas:

• Los homicidios relacionados con armas de fuego disminuyeron casi un 66%
• Las muertes relacionadas con armas de fuego disminuyeron un 50%

Aumentaron las violaciones:

En 2008, el Australian Institute of Criminology reportó un decrecimiento del 9% de homicidios y 1/3 de decrecimiento de robo a mano armada desde 1990 pero un incremento de 40% de asaltos y 20% de asaltos sexuales.

En los seis años siguientes a la prohibición los crímenes violentos crecieron un 32 por ciento.

Varios estudios demuestran que el crimen no se redujo gracias a la prohibición

El estudio realizado por la Universidad Wilfrid Laurier demuestra que los homicidios descendieron un 59% y los suicidios un 59%. Sin embargo, la tasa de homicidio había estado cayendo desde antes de la prohibición de 1996 por lo que su declive después de la prohibición ha sido una continuación de esa tendencia como demuestran hasta 4 estudios:

1) El estudio realizado por Peter Reuters y Jenny Mouzos para “Brookings Institution” el descenso no se aceleró tras la prohibición.

2) El estudio publicado por la Universidad de Melbourne ,  comparando las tasas de mortalidad por armas de fuego en Australia a lo largo del tiempo, concluye que ” Hay muy poca evidencia para sugerir que tuvo efectos significativos en homicidios con armas de fuego o suicidios”

3) El estudio de Jeanine Baker del  Sporting Shooters Association of Australia y Samara McPhedran, de la Universidad de Sydney, concluyó que los suicidios disminuyeron más rápido después de la prohibición pero que no encontraron resultados significantes para los crímenes .

4 ) El estudio Austrian Firearms:  Data require Caution Aproach  del British Journal of Psychiatry

El estudio Cross Sectional Study Of The Relationship Between Levels Of Gun Ownership And Violent Deaths  realizado en 1997 clasificaba a Australia con un nivel de posesión de armas “muy alto”, mientras que los homicidios con estas son ” muy bajos”:

Los criminales usan armas ilegales

En Australia, como en todos los países independientemente del estatus legal de las armas, la mayoría de crímenes son perpetuados con armas ilegales. Por lo tanto, prohibirlas solo sirve para desarmar a los ciudadanos que se quieren defender y no a los criminales.

Entre 2002 y 2003 el 85% de las armas usadas para cometer un crimen no estaban registradas.  El AIC’s Homicide in Australia: 2006-07 National Homicide Monitoring Program annual report demuestra que el 93% de las armas usadas en homicidios nunca han sido registradas y que las usaron individuos sin licencia.

NOTA DE PRENSA