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La codorniz (II): costumbres y migraciones

La codorniz (II): costumbres y migraciones

Enviado por Tuslances.com el 20-07-2015

Entre primeros de abril y primeros de junio la codornices llegan del sur en bandadas más o menos numerosas, en estrecha relación con las condiciones climáticas estacionales.
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La codorniz efectúa varios traslados migratorios a lo largo del año, según la disponibilidad de alimento

Como sucede con muchas especies animales, la elección del hábitat está estrechamente condicionada por la alimentación; pero en el caso de la codorniz, esta exigencia es aún más evidente, debido sobre todo a la aparente insaciabilidad que demuestra este animal.

Si el terreno no ofrece una disponibilidad de comida suficiente, es impensable encontrar allí una codorniz; si, por el contrario, los cultivos presentes garantizan (junto con el clima) condiciones óptimas de vida, el ave puede incluso invernar en estos lugares. Éste es el caso de muchas zonas de la península Ibérica, sobre todo en el oeste y el suroeste.

Terrenos y estaciones

Cuando desciende a tierra, después de haber efectuado el largo viaje migratorio, la codorniz está muy delgada y evidencia una notable disminución de peso. De todos modos, después de pasar unos pocos días recuperando fuerzas, asume el típico aspecto rechoncho que la caracteriza. Por esta razón sus hábitos son esencialmente “terrestres”; el vuelo no es en absoluto su punto fuerte, precisamente a causa de la masa corporal, que resulta desproporcionada respecto a la amplitud y a la potencia de sus cortas alas. Los traslados se producen siempre a peón, y los recorridos aéreos, sólo si son indispensables, se limitan a pocas decenas de metros. Estos elementos son importantes para la elección del tipo de terreno por parte del animal. Junto a la disponibilidad de comida, la codorniz elige su hábitat según criterios estrictamente relacionados con la altura de la vegetación, con algunas variaciones estacionales. La hierba demasiado alta es descartada a priori (por la dificultad de apeonar); las preferencias se dirigen a los terrenos bastante descubiertos o en los que de cualquier forma no existen problemas de traslados terrestres: son buenos los campos de trébol, los prados artificiales en general y los campos de cereales, especialmente en las estaciones calurosas.

La altura de la vegetación es fundamental para la elección del terreno

Durante el otoño y el invierno, en cambio, prefiere un abrigo más confortable, como el que ofrecen los rastrojos (no demasiado altos), los prados naturales y los terrenos no cultivados. En estos lugares se sirve de la extraordinaria extensión de su cuello; alargándolo de modo increíble logra sacar la cabeza por encima de la vegetación, compensando perfectamente su envergadura rechoncha y corta, como también hacen las perdices pardillas.

Por otro lado, es bastante raro encontrar codornices aisladas; aun sin ser un animal gregario en sentido estricto, la elección del terreno adecuado lleva a muchos sujetos a los mismos lugares sin que se verifiquen enfrentamientos territoriales, sino tan sólo buenas relaciones de vecindad.

Maíz y horarios

Uno de los lugares más clásicos de pasto es el campo de maíz, donde la codorniz encuentra abundante comida y protección. Actualmente, este abrigo se ha hecho menos seguro a causa de los nuevos sistemas agrícolas; las modernas y potentes segadoras cortan el rastrojo a ras de tierra y muy a menudo las codornices son víctimas de ellas. De este modo se sustrae un hábitat óptimo para el animal y para la caza, entre otras cosas porque las patas de los perros de muestra (sobre todo los ingleses) sufren mucho por el roce y los cortes en las planta de los pies, provocados por los rastrojos bajos. La coincidencia de estos elementos negativos y de un restringido calendario cinegético han hecho que la caza de la codorniz sea hoy menos interesante que en el pasado.

La codorniz no está ligada a horarios determinados; de hecho, se la puede encontrar comiendo en cualquier momento del día, e incluso cuando el sol calienta al máximo su cuerpo y seca la humedad que penetra su espeso plumaje, el animal aparece igualmente activo y móvil.

Las frezas, generalmente de color marrón claro, son bastante similares a las de la perdiz pardilla –se diferencian únicamente por sus dimensiones, mucho más reducidas- y los terrenos que frecuentan las codornices presentan abundantes muestras de ellas.

La migración

La codorniz es la única gallinácea que efectúa traslados migratorios durante el año. Estos desplazamientos no afectan a la caza en las zonas costeras, a causa de la prohibición de las “cacerías en el mar”, practicadas antaño, especialmente en el sur de la Península, concretamente en el área de Gibraltar. En cambio, estas migraciones si afectan a la caza en los territorios interiores de la Península.

Entre primeros de abril y primeros de junio la codornices llegan del sur en bandadas más o menos numerosas, en estrecha relación con las condiciones climáticas estacionales. El ápice de esta llegada se produce durante los primeros diez días del mes de mayo. Con la llegada de los primeros fríos se produce el retorno de la codornices, generalmente hacia el mes de octubre.

Después de un largo viaje, la codorniz está muy delgada, pero en pocos días recupera su típico aspecto redondeado, a causa del cual prefiere andar a peón que volar.

En este doble paso, no pocos sujetos se “pierden”, es decir, conquistados por el moderado clima mediterráneo, permanecen invernando en algunas zonas españolas. En los inviernos más suaves no es raro encontrar numerosas codornices en zonas del oeste y del suroeste; la permanencia puede extenderse hasta regiones de centro peninsular, siempre que el clima no sea riguroso y posean una mínima cobertura vegetal, hasta la eventual llegada de la nieve.

Investigaciones y directrices

A pesar de que muchos ornitólogos, sobre todo los italianos, han estudiado de manera profunda las migraciones de las codornices aún faltan cosas por aclarar respecto a los traslados migratorios de estas aves.

Los anillamientos han puesto en evidencia la existencia de tres directrices o rutas migratorias de la codorniz, la oriental, la central y la occidental; la primera va de Egipto a los Balcanes, doblando luego hacia Europa oriental; la segunda va desde Túnez, pasando por la península Italiana, la ex Yugoslavia y Polonia; la tercera, la que afecta al territorio de la península Ibérica, enlaza los litorales de Marruecos y de Argelia con España, prosiguiendo a través de Francia, Alemania y Gran Bretaña.

También el retorno otoñal hacia el continente africano se produce, generalmente, a través de las mismas directrices; las únicas diferencias, certificadas, se refieren a una menor recurrencia a los trayectos en mar abierto, sustituidos, cuando es posible, por recorridos “terrestres”.

Modalidades de migración

No es posible determinar la cantidad de codornices presentes en nuestro país durante el período de la apertura de la caza. Aun prescindiendo de las condiciones climáticas de la estación y de la reproducción, no hay correspondencia alguna entre el número de aves presentes y el de las aves que han llegado en primavera desde las tierras africanas. Ello se explica, principalmente, por la destacada tendencia errática de esta ave, determinada por la constante búsqueda de comida.

De cualquier modo, el número de codornices que llegan a España es, en las últimas décadas, menos consistente que en el pasado. Los factores que determinan esta situación son de orden agrícola y cinegético; los modernos sistemas intensivos de cultivo (segado rápido, empacado y arado) han modificado el rastrojo del trigo en el que las codornices gustaban de nidificar (la segunda y tercera nidada en particular); por otra parte, la intensificación de la caza en las costas africanas determina una notable disminución en el número de las codornices que parten.

El orden de legada de las codornices es el siguiente: primera legan los machos, luego las hembras jóvenes y por último las “cluecas”, que ya han nidificado; muy a menudo, pero no regularmente, pueden haber aves que se hayan retrasado: son los pollos jóvenes, menos fuertes para afrontar el largo viaje. El vuelo migratorio se lleva a cabo principalmente de noche y en las horas crepusculares. Contrariamente a lo que sucede con otras especies migratorias, que vuelan a grandes alturas, las codornices se mantienen a ras de mar, a no más de 4-5 metros de altura sobre las olas.

De este modo, en una sola noche, logran llevar a cabo la travesías del Mediterráneo, desde la costa africana hasta el litoral europero. Viendo el vueo lento y torpe de la codorniz, a veces parece imposible, pero es preciso considerar que el ave, si encuentra una buena disposición de vuelo, alcanza velocidades en torno a los 60-70 km/h, lo cual es más que suficiente para realizar el trayecto.

Un viento favorable (es decir, que sople del sur) facilita enormemente la migración. En este sentido, la codorniz constituye un caso especial en el mundo migratorio, por cuanto las otras aves prefieren, en general, recibir el viento en la cabeza o de lado, y nunca en la cola.

Las otras codornices

Existen muchas especies afines a la codorniz europea, algunas de ellas, como es natural, incluidas entre las especies protegidas, aunque se da el caso de encontrarlas mezcladas con otras aves similares, ya que muchas veces se venden con finalidades ornamentales.

La más bella (así como la más grande) es el Colín de California, fácilmente reconocible, además de por su tamaño, por el característico penacho que se levanta unos 6-7 cm en la cima de su cabeza, y por el vistoso plumaje en la parte pectoral. El color general, bastante variado, tiene una dominante gris oscuro, muy similar al color de las rocas. Voladora de escasa capacidad, prefiere moverse sobre tierra. Es originario de Califorina, pero se han identificado numerosos sujetos en varias partes de Europa, aunque se trata de localizaciones ocasionales, posiblemente relacionadas con introducciones.

Colín de California

Colín de California

El más similar a la codorniz europea es, desde el punto de vista del plumaje, el torillo; apenas un poco más pequeño, se diferencia también por la presencia de tan sólo tres dedos, todos anteriores, en lugar de los cuatro “reglamentarios”. En su alimentación, los insectos se alternan con frecuencia con la dieta vegetariana; con sus peculiares patas, esta ave tiene la costumbre de excavar en el suelo. En España es  francamente raro y se especula sobre su existencia en diferentes puntos costeros del sur. 

Torillo

 

 


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