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Las restricciones para cazar la perdiz roja no logran aumentar la población

Las restricciones para cazar la perdiz roja no logran aumentar la población

Enviado por Tuslances.com el 17-10-2014

Los aficionados llevan años reduciendo ojeos, repoblando cotos y cazando sólo dos días de los más de 30 autorizados.
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El 12 de octubre se levantó la veda para la caza de la perdiz roja, que podrá abatirse hasta finales de diciembre. Para la modalidad con reclamo, el periodo hábil es del 18 de enero hasta el 7 de marzo. Al igual que en años anteriores, demasiados días para tan poca caza. La temporada que arranca vuelve a hacerlo con malos augurios. La población de perdiz roja, emblema de la caza menor, lleva años en decadencia pese a los esfuerzos realizados por las sociedades de cazadores para incrementar su población.

Las restricciones voluntarias en cotos para recuperar la especie no han dado los resultados esperados. El presidente de la sociedad de cazadores de Aguilar de la Frontera, Cristóbal Reina, así lo confirma. «En nuestra zona hemos decidido cazar sólo tres días de los más de 30 que hay autorizados». Y no es la única excepción. Estas restricciones abarcan a toda la campiña. Así, en cotos de Monturque o Moriles se han fijado los mismos días y en Cabra se han autorizado sólo dos. Más significativo es el caso de Montilla, «donde hay un coto con una granja propia que suelta al año entre 10.000 y 11.000 ejemplares y que sólo ha autorizado seis días de caza», señala Reina.

El declive de la perdiz roja comenzó, según los cazadores consultados por ABC, hace unos 15 años y, desde entonces, todos los esfuerzos han sido en vano. Y lo seguirán siendo, porque «la caza tiene un impacto relativo sobre las poblaciones de perdiz», señala el presidente del Colegio de Veterinarios, Antonio Arenas, quien apunta a que el descenso de esta especie se debe a un cúmulo de factores.

Entre ellos la agricultura y los monocultivos, como es el caso del olivar, donde se emplean herbicidas «que dejan los olivares más limpios que el salón de mi casa», señala con ironía el representante de los cazadores de Aguilar. Al no haber vegetación junto a las cepas de los olivos se priva a esta especie de poder anidar en condiciones. «Los polluelos son pasto de todo tipo de rapaces, desde ratas, jinetas hasta mochuelos», indica Reina.

Insecticidas

Los insecticidas también tienen un impacto negativo en la alimentación de la perdiz al acabar con las hormigas y los saltamontes, su principal sustento.

El presidente de los veterinarios cordobeses apunta a otro factor: la propia gestión del hábitat. Arenas indica que con el monocultivo se ha acabado con técnicas que eran muy aceptadas antes, como los mosaicos de cultivos, donde se dejaban terrenos sin cultivar. Ahora, con los tractores, se entra en cualquier zona y se aprovecha todo el terreno posible . «El monocultivo es muy perjudicial para esta especie», sentencia Arenas.

Otro factor es el declive de otras especies depredadas. Cuando desciende la población de conejos, por ejemplo, «las especies depredadoras desvían su atención hacia otras, como puede ser la perdiz, la codorniz o la paloma torcaz». Y luego está la injerencia del ser humano en la genética del animal. Al repoblar los cotos se «bastardea» la especie, afirma el presidente de los veterinarios.

«No es que se mejore ni empeore la especie», señala, «el problema es que el hombre selecciona a los reproductores y los suelta en el campo, con lo cual se está interviniendo de una forma muy decisiva en la genética».

No obstante, Arenas fue tajante. Pese a ser una pieza cada vez más escasa y en declive como trofeo de caza menor, «la perdiz no está en peligro de extinción, no es una especie amenazada».

La climatología tampoco ayuda a la especie. Los granizos o tormentas de mayo, por ejemplo, influyen en la reproducción de la perdiz, que no puede criar con éxito sus polluelos, que mueren bien ahogados bien por la fuerza del granizo. Al ser un animal territorial, la población queda seriamente mermada en las zonas con lluvias torrenciales durante la reproducción.

La falta de vegetación para anidar y resguardecerse, los insecticidas que acaban con su dieta, su mayor depredación por la escasez de otras especies, la mano del hombre en su genética, la climatología... Demasiados factores en contra de una especie cuyo canto tiene legiones de seguidores en la provincia.

 

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